41. Un voto de confianza

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— ¿Y te pareció la perfecta despedida humillar a Sophie?

—¡Claro que no! —Se levantó golpeando la mesa—. Nunca haría eso. El video fue obra de nuestros compañeros y algunos chicos de Saint Abel ¿por qué yo haría eso? A Sophie la amo y no gano nada, en cuanto mi tutor se entere que me expulsó me mandará de regreso al internado militar, estaré corriendo con un neumático en mi espalda antes del sábado. Escuche, amo a Sophie, de verdad, solo se vengaron de nosotros, no quiero perderla por eso, por favor déjeme hablarle, solo necesito un momento.

—Sophie no está, ya no vive aquí —Nicolás notaba lo sincero que se veía Ian y no sabía qué creer. El chico ocultaba algo, desde hacía tiempo que se había dado cuenta, algo andaba mal con su tutor y con él ¿cómo podía estar seguro de que sus sentimientos hacia Sophie fuesen reales?

— ¿Dónde está? —Ian se sorprendió y se preocupó, no le importaba donde, iba a buscarla aún si estuviese en un internado al otro lado del mundo.

—Ella no quiere saber nada contigo, está segura que fuiste tú, si no confía es porque le hiciste algo.

—Si no confía es porque está herida, es terca y no se tiene la suficiente confianza como para creer que yo la amo de verdad. Sí le hice muchas cosas, le jugué bromas pesadas, pero solo para hacerla rabiar, esto ya estuvo fuera de los límites, nunca la lastimaría.

Nicolás lo escuchaba atento, con una gélida expresión. Rogando no equivocarse tomó un papel y una lapicera.

—Sophie está en casa de mi hermana, vivirá ahí hasta el fin del semestre, búscala, pero si te dice que no, déjala tranquila, no la acoses —le recomendó extendiéndole el papel con la dirección—. Estás suspendido, el lunes puedes regresar al colegio bajo advertencia, una sola falta por minúscula que sea y te expulso en serio.

Ian le agradeció rápidamente y salió a la calle sin perder tiempo.

Ian le agradeció rápidamente y salió a la calle sin perder tiempo

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—Seguro será divertido no tener hermanos. Diana y Matías vienen a cenar algunos días, pero estarás sola, puedes tocar la guitarra si quieres —le decía su tía mientas ella terminaba de desempacar y su gata miraba con desconfianza su nueva habitación.

—Sí, supongo... pero ya no tocaré la guitarra, ni siquiera la traje.

—Ah, bueno, siempre tendrás algo que hacer, puedes aprender sobre administración, ¿eres buena con los números no? tu padre y tu tía Sara nunca quieren ayudarme con los negocios familiares, juegan póquer o inventan que tiene ébola y enfermedades descabelladas cuando tenemos reuniones de negocios. Me dejan todo el trabajo a mí. Tal vez tú puedas hacerte cargo en el futuro, puedes ser una joven empresaria, ¿Qué dices? —su tía Micaela intentaba sonar entusiasta.

—Yupi —espetó con desgana.

—No es tan malo. Guarda las cosas como gustes y decora la habitación —con una sonrisa salió y la dejó sola.

Los sueños secretos de SophieWhere stories live. Discover now