Capítulo 6

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PDV: Tzuyu

Llevaba poco tiempo en aquella habitación, y ya comenzaba a desesperarme. Odio los hospitales, odio ver las caras de los doctores y las cosas que me dicen. Me advierten, me señalan, me regañan, me aconsejan, cuando yo no necesito escuchar. Necesito que me escuchen..

La puerta se abrió y una mujer mayor entró. Me echó un vistazo veloz, y colocó una bandeja en lo que sería mi mesa de comedor. Sin decir nada se retiró con su carrito gastado. Ahora estaba totalmente sola, hace algunas horas mi tutora me dejó porque supuso que necesitaba estar sola y pensar. Supuso bien, necesito pensar y responder mis dudas.

¿Quién es Minatozaki Sana y a qué llegó? Nadie la invitó a sentir pena por mi. A pesar de que fue muy amable de su parte traerme hasta este hospital. A pesar de todo lo que ha echo, desde que llegó siento que me harán más daño del que ya me hacían. Aunque eso me da igual, lo que preocupa es que ella se meta en todo y termine ella en mi lugar, quién sabe.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por tres toques en la puerta, ni bien pararon cuando la puerta se abrió.

-Hola Tzuyu, espero que no te moleste que haya pasado sin tu aprobación... –rió nerviosa, ¿qué le sucede?

-Da igual. –respondí seca. Tomé la botella de agua y le di un sorbo, sentía su mirada en cada movimiento que hacía. Dentro de mi sentía ganas de gritarle que no me mirara, que no hacía falta que me recordara con sus actitudes lo horrible que soy.

Mis manos comenzaron a temblar, y sin quererlo dejé caer la botella al suelo. Todo el agua se expandió por el suelo rápidamente, solo miré mis manos y me quedé en esa posición. Aveces no tengo control de mi misma, toso se me va de las manos.

-Llamaré a alguien para que lo limpie. ¿Te sucede algo, Tzu? –preguntó, solo pude negar por respuesta.

-¿Cuándo saldré de aquí? –sin mirarla aún pregunté, tomé un mechón de mi cabello y comencé a jugar pasándolo por mis dedos temblorosos.

-Quizás hoy, o mañana. Cuando ellos vean que estés realmente bien. –reí. Reí porque es lo más estúpido que he escuchado, ¿estar realmente bien? Eso fue muy exagerado. –Realmente bien de físico... ¿te sucede algo?

Es bueno ser persistente, pero existe un punto donde se debe parar... Es donde comienza mi paciencia, no quiero que conozca más de mi. Y no sé como decirlo en palabras corteses.

-Sana, ¿verdad? Me suceden muchas cosas, y se te agradecería que dejaras de preguntar... No quisiera hablar de eso y menos contigo.

-Bien, lo entiendo.

-¿Quieres algo?

-Quiero... Quiero levantarme de esta cama.

-No puedes hacer eso, ¿o si?

-Ni idea, ¿pero me ayudarás?

-Te ayudaré. –me sonrió, y se levantó. Tomó la sábana que me arropaba y la tomó dudosa, rodé los ojos y la aparté ya que nunca lo haría ella.

Notaba su mirada en mis piernas, estaban rasguñadas y cicatrizadas por lo que no me sorprendía que tuviera curiosidad. Me senté sin su ayuda y temblé al sentir el frío suelo, me puse las pantuflas que me había traído y miré a Sana que extendió su mano esperando que la tomase. Eso hice.

-Apoyate de mi si sientes que no tienes fuerzas. –la pensé dos veces, ella era una chica pequeña, más baja y torpe. La verdad no creo que soporte ni su propio peso.

-¿Segura? –pregunto

-Segura. Te ayudaré a caminar, vamos.

La verdad no me sentía con fuerzas pero estar en esa cama me daban muchas ganas de gritar, llorar y hacer tantas cosas que pasaban por mi cabeza.

Depression; SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora