𝐐𝐮𝐚𝐭𝐫𝐞. 𝐅𝐫𝐞𝐞𝐝 𝐉𝐮𝐬𝐭𝐢𝐧𝐞

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Lucy había estado tratando que Freed hablará con su hija, a pesar de que no iba muy bien

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Lucy había estado tratando que Freed hablará con su hija, a pesar de que no iba muy bien. Él no era capaz de hacerlo cuando estaban solos en su casa, por lo que ella pensó que al estar en el gremio podría haber ayudado en el asunto.

— Bueno, yo realmente no sé lo que quieres de mí —el peliverde dejó escapar un suspiro al acabar la frase.

— Quizás que hagas un mínimo esfuerzo —la maga estelar se estaba cansando y su voz lo dejaba en claro.

No entendía por qué él no estaba tomando eso en serio. Aquello era muy importante para Lucy, para que su pareja pueda vincularse con la bebé en esta etapa. Ella recordaba su vida creciendo después de que su madre había muerto, el poco afecto y amor que su padre le había mostrado, a pesar del hecho de que realmente la había amado, no quería que su hija pasar por eso. Ella se quiere asegurar de que siempre, siempre, sepa que es amada, y realmente deseaba que Freed participará en eso.

— Estoy haciendo un esfuerzo —se defendió.

— Parece que no —la respuesta de su esposa solo logró un gruñido de su parte antes de apoyarse cerca del vientre de ella, y con la voz más dulce que pudo reunir comenzó a hablar.

— Pequeña, una vez que salgas de ahí ambos vamos a cuidar a mamá de todos los hombres perver... —no pudo terminar de hablar porque su esposa le dio un golpe.

— ¡Freed! No le digas esas cosas a nuestra hija —murmuró con su rostro de color rojo por la ira.

— Sabes que es verdad —resopló mientras se volvía a sentar bien en la silla—. Muchos hombres, y me atrevería a decir que mujeres, te miran como no es debido.

— Deja eso para otro momento, ¿puedes tomarte esto en serio? No es como que te estuviera pidiendo mucho.

— ¡Todo esto es ridículo!

— Natsu no tiene un problema con eso —reveló con la esperanza de que la pequeña rivalidad que tenían hiciera que pueda hablar con su hija.

— ¡¿Qué?! —el peliverde era rodeado por su magia demostrando el fastidio tras las palabras de la rubia.

¿Por qué Salamander estaba hablando con su hija aún-no-nacida? Para él su actitud era un misterio, pero que no le gustó ni un poco.

— Él es mi mejor amigo, mi hermano, por supuesto, que quiere estar involucrado. Esta casi tan emocionados por la bebé como nosotros —la maga estelar se había levantado de inmediato al sentir la necesidad de abandonar el gremio. Por suerte para Freed, Natsu había elegido ese desafortunado momento para irrumpir en el lugar.

Natsu sonrió cuando vio al peliverde con aquella expresión asesina grabada en su rostro. "Eso sólo significa que él quiere pelear conmigo" pensó Natsu con entusiasmo. Había pasado un tiempo desde que había tenido un combate y estaba seguro de que esta vez la victoria sería suya.

— Freed, pelea contra... —fue lo único que alcanzo a decir el pelirosa antes de caer al suelo por el golpe proporcionado por el mago de runas.

Freed salió del gremio dejando atrás los gritos indignados de Lucy. Se disculparía por ello más tarde, lo sabía, pero en realidad sólo necesitaba estar a solas con sus pensamientos.

Lucy casi había alcanzado a su pareja, cuando fue repentinamente cegada por la magia del mismo al teletransportarse lejos de allí.

— ¿Ocurre algo? —preguntó su mejor amigo sonriendo.

— Yo sólo... —antes de terminar suspiró una vez más, y se preguntó si realmente estaba pidiendo demasiado.

Freed había pasado el día pensando en maneras de pedir disculpas a Lucy... y probablemente a Natsu también. Él sabía que estaba tratando de ayudar; que sólo quería lo mejor para su mejor amiga y para la bebé.

Entró en su casa en silencio, siendo recibido con Lucy sentada en el sofá mientras dormía de lo más cómoda. Su corazón se derritió a la vista, y cuando se inclinó para recogerla, sus ojos se habían desviado hacia su barriga.

Tal vez va a ser más fácil sí sé solo estoy yo...

El Justine se acomodó en el sofá junto a Lucy, colocó su mejilla contra el vientre de su esposa y cerró sus ojos

— Hey, mini Lucy, es papá. Es posible que no reconoces mi voz... y hay una razón para ello —respiró profundamente sabiendo que las siguientes palabras iban a ser difícil para él—. Es porque tengo miedo. Tengo miedo de no ser un buen padre, quiero decir, tengo miedo de no ser el mejor ejemplo para ti como lo fue mi padre...Tengo miedo de meter la pata, incluso antes de tener una oportunidad. Te amo mini Lucy, lo hago. Te amo tanto ya, y... —algo húmedo salpicó la mejilla, unas cuantas lágrimas de su querida rubia. No estaba seguro cuando se despertó, pero ella debió haber oído lo que dijo y en cierto modo le parecía lo correcto.

— Está bien amor —susurró en voz baja la rubia, mientras sus dedos suavemente viajaban por el largo cabello de su esposo—. Vas a ser un gran padre.

One-shots Lucy HeartfiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora