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[Shōyō]

Las palabras de mi yo del pasado resonaron en eco en mi mente, di un paso hacia atrás, sintiendo un cosquilleo en mi garganta. Picaba. Tenía sed. Tomé una bocanada de aire mientras ocultaba mi rostro con mi antebrazo, ¿qué era este olor? Se sentía nostálgico, me llenaba de una tristeza que daban unas horribles ganas de llorar, tragué la saliva que se había acumulado en boca y suspiré.

— Oi. — sus manos se movieron delante de mis ojos, llamando mi atención—. ¿Te encuentras bien? — asentí, en silencio. Recordé la botella que me había dado mi madre y la saqué de la mochila sin desenvolverla—. Vamos a almorzar, entonces.

— No tengo hambre, ve solo.

— No. Vienes conmigo, al menos acompáñame mientras como. — tomó mi muñeca mientras me arrastraba hacia la azotea. Nos sentamos en la sombra que daba la caseta—. Estás pálido, si estás enfermo no debiste haber venido.

Fruncí mis labios un poco y bebí un poco de la botella, conteniéndome de no beberla de golpe.

Lo observé de reojo, comía sin ningún tipo de expresión, mis ojos fueron a parar a su cuello y giré mi rostro en dirección contraria. ¿En qué estaba pensando?

— La chica de ayer...— dijo de repente—. Si te la encuentras no te le acerques. — lo miré.

El olor de su sangre comenzó a intensificarse, di un brinco en mi posición.

— Voy al baño. — susurré mientras me paraba y salí de ahí, sujetándome de las barandas de la escalera. Al estar en el último escalón mi cuerpo se dobló y me coloqué de cuclillas. No había nadie cerca.

Tosí, mi garganta ardía.

"Tienes sed."

Una voz resonó en mi cabeza y todo mi alrededor se volvió blanco, elevé la vista y ahí estaba, Yoshimura Ren.

"¿Qué te dije? No te acerques a ese sujeto."

— ¿Por qué? — susurré.

"Porque él es..." sus palabras quedaron en el aire cuando escuché pasos sigilosos acercarse, trayéndome a la realidad y un olor a sangre horrible. Lleno de maldad.

Alguien apareció frente a mí sin que pudiera reaccionar.

[Tobio]

Luego de unos segundos de que Hinata se fuera comencé a guardar el almuerzo que apenas toqué. No tenía mucha hambre, la noche pasada había soñado cosas extrañas. Muy raras. Me puse de pie dejando las cosas en el suelo. Observé la botella que Hinata había dejado.

La tomé entre mis manos, desenvolviéndola. Abrí los ojos con sorpresa.

— Sangre. — susurré. ¿Había despertado? ¿Cuándo?

Salí de la azotea y antes de bajar observé un sujeto que reconocí al instante. Fruncí mi ceño y, acercándome, tomé el cuello de su camisa.

— ¿Por qué estás acá?

— Solamente vine a ver a tu pequeña presa, aunque se escapó antes de que lo pudiera ver.

Parpadeé.

— No te quiero acá. — lo solté con brusquedad, haciendo que diera unos pasos hacia atrás, perdiendo el equilibrio—. Si te atreves a. — dejé de hablar, cubriendo mi boca. ¿Qué me pasaba?

La sonrisa burlesca de él me hizo enfurecer más, bufé y pasé por su lado.

— Debiste matarlo apenas lo tenías a tu lado, como hace un rato. ¿Por qué no lo hiciste?

No respondí, tomó mi muñeca con fuerza.

— ¿Quién eres? — me zafé de su agarre—. Tú no eres mi hermano.

— No sé de qué mierda estás hablando.

— No te reconozco, tú no eras así. — escuché ruidos arriba, en la azotea y antes de que me diera cuenta ya había corrido hacia arriba abriendo la puerta, quedándome congelado.

Nuestro Destino | Haikyū!!Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon