Capítulo 15

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HOLAAAAAAA

Perdón por tardar, (como siempre) jeje. No voy a darles excusas, solo les dedico el capítulo a todas y todos. Antes de empezar quería pedirles (como siempre x2) que lean "Transfusión" ya que ya la terminé y estoy editando los errores en mi tiempo libre... Porque estoy esperando a que empiecen los Wattys para inscribirla, así que necesito su apoyo.

Eso es todo. Gracias!! L@s amo!

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Después de que le dije lo de su padre, pasaron un par de días. Sabía que iríamos, eventualmente lo haríamos, pero no estaba segura si él estaba preparado para ver a su padre de nuevo. Asaiah es fuerte, pero enfrentarse, volver a ver, al hombre que destrozó su vida no es algo fácil. No lo culparía si no quisiera verlo de nuevo. Pero él pensaba de la misma forma que yo; era necesario hacerlo. Era necesario para así poder cerrar un circulo y luego poder seguir. Pasa casi una semana, pronto nos tendríamos que ir a San Francisco. Fue entonces que él decide ir.

Subimos a su camioneta, la Jeep que había conseguido hacia unos meses. De igual forma, la vieja Chevrolet se había quedado en el pasado, se había vuelto un recuerdo de otra vida que parecía haber pasado hace mucho. Él no había dicho nada, pero sabía que estaba nervioso. Yo también lo estaba, pero era mucho mejor no mostrarlo.

Como ya era entrada la tarde, no había mucho tráfico en la ciudad y él pudo conducir sin problemas. Tal vez esperaba que tardáramos más, pues cada que nos acercábamos lo notaba más y más inquieto. Al cabo de un par de minutos llegamos a un pequeño complejo de departamentos. Había una cerca blanca, una piscina llena de hojas secas y tierra y frente a los departamentos había un tráiler. El lugar parecía sacado de los setentas o sesentas y no había sido limpiado desde ese entonces.

Antes de que bajáramos, Asaiah me toma de mi muñeca, impidiéndome que me quitara el cinturón de seguridad. Lo miré a los ojos, sus hermosísimos y perfectos ojos. Esos ojos que lograban calmarme sin importar que, pero al mismo tiempo me hacían perder la cabeza. Lo primero que veía al despertar y lo que nunca me cansaría de mirar. Pude percibir su inquietud y nerviosismo. Llevo una mano a su mejilla y sonrío alzando levemente las comisuras de mis labios. Y sin hablar, le digo que todo estará bien. Se lo digo en nuestro propio idioma que se esconde en silencios.

Finalmente bajamos del auto y él se apresura a ponerse a mi lado y me toma de la mano. Caminamos juntos y entramos al complejo. A un lado de un pasillo hay un pequeño letrero que indica los números de los departamentos. Seguimos las flechas y subimos las escaleras, luego entramos por otro pasillo y llegamos hasta la parte trasera del lugar. No pasa mucho cuando llegamos hasta el número cuarenta y nueve. Pero nos quedamos afuera por un buen rato. Asaiah mira el número en la puerta y se prepara para llamar.

- Si lo pienso mucho más, terminaremos yéndonos. — Masculla. Así que hace un movimiento y toca la puerta con su mano. Me mira un momento y traga saliva, pero entonces la puerta se abre.

El anciano se le queda viendo a Asaiah con sorpresa. No esperaba que viniera, se le veía en la cara. Lleva puesto una camiseta blanca sin mangas y sigue en calzoncillos a pesar de la hora. De esa forma se ve mucho más delgado que antes. Los huesos en los brazos y en las piernas resaltan horriblemente.

- Asaiah. — Susurra.

- Massimo. — El hombre traga saliva al escuchar su nombre, pues Asaiah lo pronuncia como si estuviera diciendo el peor de los insultos. En ese momento entiendo, es un pequeño acto de rebeldía. Seguramente jamás le fue permitido hablarle por su nombre. Pero ahora no era así, él ya no era superior a Asaiah, ya no tenía que subyugarse a su padre. Massimo esquiva la mirada de Asaiah y me mira a mí.

Ángel - (Tercera parte de Bestia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora