Capítulo 3

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Parecía confundido, tenía sus ojos abiertos, pero parecía no ver nada. Yo estaba parada al lado de la cama, esperando y observándolo atentamente. Parpadeó un par de veces y sacudió la cabeza antes de voltear a verme. Me quedé inmóvil un par de segundos y poco después me acerqué para tomar su mano. Abrió su boca, pero no pudo decir mucho.

-Tranquilo. — Susurré. — Aquí estoy.

Asaiah hizo un tremendo esfuerzo por apretar mi mano y sonrió elevando solamente las comisuras de sus labios.

*******

- ¿Estás seguro? — Murmuro. Asaiah asiente y coloca sus manos a los costados de mi rostro.

- No puedo dejarte ir. — Se inclina hacia mí y besa mi frente. — Quiero seguirte a donde vayas. — Desliza sus manos hasta mi cintura y yo coloco mis brazos alrededor de él. — Y si eso implica estudiar la universidad, lo haré.

- ¿La universidad de San Francisco? ¿Conmigo?

- Claro. He estado revisando ya, solo quería avisarte antes de aplicar.

- ¿Para qué quieres aplicar? — Él dio un paso hacia atrás para mirar mi rostro, pero mantuvo sus manos sobre mi cintura.

- Criminología.

- Vaya, no lo había pensado. Pero creo que te sienta bien.

- Lo sé. — Acercó su rostro al mío nuevamente y besó la punta de mi nariz.

Sabía que Asaiah apoyaba mi decisión de estudiar la universidad, pero no tenía idea que él quisiera seguir estudiando, también. También aplazaba todo lo que se pudiera, ese tema. El pensar en que me iría de la ciudad me aterraba, porque no quería dejarlo atrás y yo no quería presionarlo a nada. No puedo describir lo feliz que me hace que él haya tomado esa decisión por sí solo. El seguir adelante y dejar su pasado atrás.

La noche cayó sobre nosotros mucho antes de lo que esperábamos y fuimos a la cama. Su pequeña casa parecía un verdadero congelador y mucho más en las noches. Así que cuando comenzaba a enfriar, ambos saltábamos a la cama y nos refugiábamos entre las sabanas.

Yo estaba cubierta hasta al cuello con cobijas, esperando a que Asaiah acabara de bañarse. Aún sigo sin entender por qué si dice que odia el frío, se baña en las noches. Finalmente abre la puerta del baño, liberando una enorme nube de vapor y él surge. Tiene la capucha puesta y ahora también lleva calcetines. Se apresura a llegar a la cama y entra conmigo, rodeándome con sus brazos y oculta su cara en mi nuca.

- Podrá nublarse el sol eternamente. — Susurra en mi oído.

- ¿Qué?

- Podrá secarse en un instante el mar. — Continúa diciendo. — Podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal. — Me abraza más a él y yo permanezco callada, escuchándolo atentamente. — Todo sucederá. Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón; pero jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor.

- Bécquer. — Musito. Él asiente y besa mi nuca.

- Mi madre era fan de la poesía y muchas veces me decía ese poema.

- Asaiah...

- ¡Mira! — Exclama de pronto, haciéndome dar un respingo. — Mira la ventana, Chris. Está nevando. — Alcé la mirada y confirmé aquello. Unas pequeñas manchitas caían del cielo y otras tantas se estaban en la ventana.

Me quedé observando la ventana, hasta que yo me quedé pesadamente dormida. Su cama era tan cómoda y el calor que me brindaba su cuerpo, era perfecto para contrarrestar el frío del ambiente. Su corazón palpitaba contra mi espalda con un despreocupado y lento ritmo. Finalmente descansando, sabiendo que todo está bien en nuestro mundo. Estamos seguros en nuestros refugios. Somos el refugio uno del otro y cada uno puede descansar sin ninguna preocupación.

Es la última semana de clases del año y ya ha comenzado a nevar. Muchos alumnos han decidido quedarse en sus casas debido al frío. Gracias a eso los pasillos se encuentran solos y la mayoría de las clases son bastante relajadas. Eso me ha dado ventaja a mí para pasar un rato con Clarisa. Este será el primer año en el que no pasamos navidad juntas. Su familia viajará a Hawái el próximo viernes y no regresará hasta enero. Incluso Austin viajará con ella.

- Te compraré algo, descuida. — Dice ella, colocando su mano en mi brazo. — No sé, una camisa floreada o algo por el estilo.

- Solo diviértete, ¿sí?

- Oh, créeme que lo haré. Y regresaré con un bronceado espectacular. — Me acerco para abrazarla y ella no pierde el tiempo en rodearme con fuerzas entre sus cortos brazos. — Te llamaré en Noche Buena y en Año Nuevo.

- Es lo mínimo que espero. ­— Me suelta para así tomar una manzana que está sobre la mesa.

- ¿Pasarás las vacaciones con tu madre?

-Así es.

- ¿Y tu novio?

- Vendrá conmigo.

-Bien. — Ella sonríe y le da un mordisco a su manzana. — Por cierto, mañana iremos a Michael's, Trevor irá también. Y de verdad quiero que vayas, será como una pequeña despedida.

- Está bien. — Asiento con la cabeza y sonrío mientras tomo una lata de refresco y le doy un trago. ­— Hace mucho que no veo a Trevor.

- Lo sé, él está loco por verte. ­— Menciona con la boca llena. — Y sabes, no deja de presumir su cicatriz. Las chicas se le abalanzan.

- ¿Solo por su cicatriz?

- Chris, él ahora es como el Superman de aquí. — Clarisa suelta una risita y se pone de pie, aun sosteniendo la manzana. — Vámonos, tenemos clase y quiero llegar temprano para poder escoger un lugar cerca de una conexión, mi celular está muriendo.

Ambas nos ponemos de pie y mientras caminamos hacia uno de los pasillos, la campana anuncia la reanudación de las clases, así que ella y yo tenemos que correr de vuelta al salón y lograr encontrar el bendito lugar que quiere.

Afortunadamente no hicimos nada durante la clase siguiente, así que Clarisa pudo cargar su teléfono sin ninguna preocupación.

De pronto me llega a la mente la imagen de Trevor. No lo he visto desde el hospital, aunque hemos hablado por teléfono. De igual forma yo lo extraño a él y muero por verlo. Nunca me imaginé que llegaría a querer tanto a ese chico rubio y fornido, amante de las patinetas.

Ángel - (Tercera parte de Bestia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora