III

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Al entrar al salón escuché que alguien gritó mi nombre. Buscando con la mirada supe quién era. Jared. Mi mejor amigo de todo el mundo. 3 años conociéndolo y 3 más junto a él. Feliz de que quedaramos en la misma clase corrió a abrazarme y yo hice lo mismo.
–_______, ¿cómo estás? ¿cómo estuvo México? ¿te cortaste el cabello? ¡Estas más morena!
–Wouh, wouh, cálmate!–le dije entre risas.
–Estoy muy feliz.
Jared era muy, ¿cómo decirlo?, energético... Inquieto... Siempre tenía algo que hacer o algo que decir. Eso me gustaba de él.
–¿Nos sentamos juntos? –pregunté
El asintió sin pensarlo dos veces. Me guió hasta el asiento y empezamos a hablar del verano y todo lo que pasó.

Entró el profesor consejero al tocar el timbre y comenzó:
–Buenos días, yo soy su profesor consejero de este año– dijo mientras escribía su nombre en el pizarrón–espero, deseo y pido que este año nos llevemos bien y seamos como una familia.
No llevaba ni dos minutos hablando y ya me estaba durmiendo, estar aquí es una tortura. De pronto, hubo algo que me hizo despertar sin pensar. Entró.
–Emm, buenos días
–Llega tarde... Señor...
–Martinez, Nicolas Martinez
–Señor Martinez–lo miró fijamente
–Lo siento, me perdí. Soy nuevo.
–Pase a su asiento.

Casual y mágicamente el único asiento libre era el que estaba justo enfrente de mí. Caminó hacía mí y al darse cuenta de que lo estaba mirando, me sonrió.
De la nada, sentí algo extraño, algo que no conocía. Sentí mis cachetes que ardían y mi estomago revuelto, pero no eran náuseas. Dejé de pensar en eso e intenté calmarme.

Pasé toda la clase intentando no dormirme. La voz del profesor tenía algo que me hacía querer dormir un mes.
Sonó el timbre y todos salieron del salón.
–Te veo en la cafetería?–preguntó Jared
–Claro, dejame recoger mis cosas y te busco.–respondí sonriendo.

–Hola.
Escuché de pronto y volví a sentir mis cachetes en llamas y mi estomago reventando. Levanté la mirada. Era Nicolas, el chico nuevo.
–Hola, bienvenido al colegio– dije intentando no parecer nerviosa
–Gracias.–sonrió–¿Podrías hacerme un favor?
–Claro.
–¿Me dejarías acompañarte a la cafetería? No sé dónde queda, no me quiero volver a perder.
–Jajaja, con gusto.–tomé mi mochila y salimos del salón.

"Y, de pronto, llegaste tú..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora