Capítulo 25: Las puertas del infierno

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—Et portae inferí cum aperuero

Clava la daga en el suelo con toda su fuerza.

Mierda.

Golpeo a Stephan en el rostro con mi cabeza, muevo sus manos retorciéndolas, liberándome. Me deshago de él, luego voy por Travon que sigue sosteniendo a Julian desangrándose en el suelo. Lo dejo inconsciente en el suelo en segundos. Luego voy por mi principal objetivo.

Pam deja la daga en el suelo, encarándome con una sonrisa arrogante. Mis ojos echan chispan de coraje, puedo ver el miedo en sus ojos, aunque no retrocede mostrando falsa seguridad. Le aviento un golpe que no ve venir, luego otro y otro, hago que se tambalee y luche por aire.

Por al rabillo del ojo veo a Stephan levantarse del suelo, no tarda en encontrarnos peleando, corre hasta nosotras con la intención de apartarme de su noviecita. Me muevo para recibir el impacto de su puño, Julian aparece en frente de mí recibiendo el golpe, sostiene las manos de Stephan con fuerza, devuelve los golpes que le dieron sin contenerse.

Ellos no se van a detener, tengo que deshacerme de estos demonios. Mis ojos se clavan en la daga en el suelo. Apenas avanzo un pie, cuando siento como me agarran del pelo para arrastrarme hacia atrás. La maldita de Pam me va a dejar calva.

Me dejo empujar hacía atrás golpeándola contra la pared, le pego en su costado con mi codo hasta que suelta mi cabello, luego su rostro escuchando unos huesos quebrase seguidos de maldiciones, bajo la mirada a mi blusa ahora sucia con su asquerosa sangre.

Luego quemas Eve, primero lo primero.

Busco la daga desesperada, los pies de Julian chocan con ella moviéndola de lugar, ocultándola debajo de la mesa. No lo pienso dos veces y corro hasta ella. La aprieto a mi pecho cuando la tengo en mi manos, la mesa es arrojada revelando mi ubicación. Pamela me mira con la nariz ensangrentada.

Envuelta en coraje y furia se abalanza a mí sin detenerse a ver que tengo la daga en mis manos. Me muevo tan rápido tumbándola debajo de mí, presiono mi mano en su pecho privándole del oxígeno.

—Te dije que lo lamentarías.

Sin decir nada más, encajo la daga en su pecho, sus maldiciones y amenazas desaparecen al igual que ella.

—¡NOOO! —Stephan corre con las manos extendidas, directo a mi cuello.

Logra tomarme apretándome la garganta, seguro deja sus huellas en mi cuello, su rostro esta rojo de coraje.

—Ella tenía razón. Eres una traidora Evelyn, nunca debimos confiar en ti.

No puedo respirar.

Busco a Julian, aunque mis ojos empiezan a arder. Se levanta del suelo limpiando la sangre de su reventado labio. Travon sigue en el suelo inmóvil. Mis pulmones empiezan a quemar. Julian se acerca queriendo quitarme de encima a Stephan, niego con la cabeza arrojándole la daga, la toma en el aire, acto seguido la encaja en la espalda de Stephan.

Vuelvo a respirar una vez que Stephan desaparece. Lucho por aire tosiendo en el proceso, mi garganta duele y aún siento las manos de Stephan en mi cuello. Me apoyo en mi rodilla recomponiéndome.

—¿Estás bien? —Julian se acerca preocupado.

No soy capaz de responderle, actúo sin pensar, detengo a Travon antes de que logre apuñalar a Julian con un cuchillo normal.

—¿¡Por qué!? ¡¿Por qué nos traicionaste?! —grita herido. Sostengo sus brazos para que no pueda atacar.

—Lo siento. Yo no quería hacerles daño.

—¡MENTIROSA! ¡Yo confiaba en ti!

—Travon, escúchame, puedes detener esto. No tienes porque...

—¡NO! No tengo porque seguirte escuchando—escupe molesto. —Yo mismo terminaré el trabajo de mi padre.

En un movimiento me entierra en cuchillo en mi abdomen, Julian lo aparta de mi y de un solo golpe entierra la daga en su cuerpo, lo ojos de Travon se clavan en mi antes de desaparecer.

No quería que las cosas terminarán así, los protegí y cuide todo este tiempo para terminar siendo yo quien lo matara.

—Estas herida—Julian observa mi abdomen alarmado.

—Estoy bien, solo es un rasguño—trato de quitarle importancia, pero él no se rinde.

—Déjame revisar.

—Estoy...

No me deja terminar de hablar, me arrastra hasta el sofá para que tome asiento. Julian desaparece unos segundos, para después regresar con un montón de cosas en las manos. Se inclina frente a mí acomodando todo a mi lado.

—¿Puedo?

Levanto la blusa para que pueda ver la herida que es un poco profunda, sostienen una toalla bañándola en alcohol. No entiendo porque esta haciendo todo esto, ambo sabemos que la herida terminará sanando pronto. Pero me gusta esta versión de Julian, por lo que lo dejo estar.

—Puede que esto duela...

—Solo hazlo.

Un gemido de dolor escapa de mis labios al contacto. Mi apuesto enfermero limpia mi herida con devoción y extrema paciencia. Termina poniendo un apósito encima de la cortada. Sin esperármelo, se inclina hacia mi abdomen depositando un suave beso derritiéndome por completo.

—Listo.

—Lamento todo el desastre—su casa quedo irreconocible.

—No te preocupes por ello—me hace entre de una de sus playeras para cambiarla por mi ropa sucia.

—Tenemos problemas Julian—le informo cambiándome la ropa.

—¿A que te refieres? Ya nos deshicimos de ellos.

—¿No lo recuerdas? Tu sangre, la daga, el portal—se tensa. —Pam apenas lo abrió para subir a los primeros demonios aquí.

—Maldición—se levanta del suelo inquieto. —¿Qué hacemos ahora?

—Está hecho, no ha nada que podamos hacer más que pelear contra ellos.

Se queda en silencio, caminando de un lado a otro pensativo. No sé que debe estar pasando por su mente en este momento.

—Ven conmigo.

—¿A dónde?

—Veremos a alguien.

No hago más preguntas, confío en él. Lo sigo hasta la puerta, aunque me muero por saber quién es ese alguien. 

Ángel de la muerte [TERMINADA✔]Where stories live. Discover now