•XXII•

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Magnus sentía algo ligeramente pesado sobre su pecho, moviéndose levemente y escucho un maullido pequeño aun estado medio dormido. Abrió los ojos con tortuosa lentitud acostumbrándose a la luz de la mañana proveniente de su ventana junto a la suave brisa de otoño. Llevo una mano al rostro pasando por ella suspirando, ignorando el maullido de Presidente contra su pecho. Sus ojos sin glamour observo los de su gato. Presidente se sentó sobre Magnus con la cola meneándose sobre su cabeza. 

– ¿Qué?–. Magnus escucho con horror su voz rasposa por lo de anoche, se aclaro la garganta sin apartar la mirada de Presidente–. ¿Sabes? Creo que esta vez, tu sentido de aprobación en personas no fue tan bueno...–. Presidente maulló en respuesta, un maullido que para Magnus no sonó nada lastimero, cosa que le hizo pensar que aún creía en el Lightwood  –. Fallaste catastroficamente esta vez, Presidente. 

– ¿Sabes? He oído por allá en todos los países que hablar con los animales es claro signo de esquizofrenia ¿Estas bien?–. Magnus giro su rostro al umbral de su puerta, con la pequeña y mínima esperanza que sea Alexander, pero claramente esa voz era más vieja  y reconocida por años.

Era Ragnor. Vestido con aquel delantal rojo que usualmente Magnus dejaba en la repisa de su cocina, olía el suave aroma del café almizclado con algo de leche, las tostadas recién echas junto al aroma de la flores claramente recién conseguidas.

– Que gracioso...–. Magnus aparto a Presidente, estrechándolo en sus brazos y sentándose en la cama, su cabeza le dolía a mas no poder, sus manos le dolían solo un poco y supo que fue por golpear con enojo el piso la noche que Alexander se fue de su vida. Magnus negó levemente apartando esos pensamientos de su mente  –. ¿Qué haces aquí? 

Ragnor se alzo de hombros, cruzando los brazos contra su pecho:–. No iba a dejar a mi amigo dormir en el frío piso de Otoño, así que decidí venir y ayudarte a que te eches en la cama. 

Magnus aparto la mirada, sabía lo que Ragnor estaba haciendo y se sintió de inmediato mal. 

– Estoy bien. No tienes por que hacer esto... Estaré bien, Alexander solo será uno más de la lista y, al igual que a ellos, lo superaré y seguiré adelante. Como siempre a pasado, Rag. 

Ragnor avanzo hasta la cama y sentarse a la orilla de esta, buscando con sus ojos negros los verdes amarillentos de Magnus, viendo sus pupilas verticales en rendijas, observando a la nada. 

– Te seré sincero... No pretendo dejarte así sabiendo lo importante que Alec fue para ti, y lo mucho que lo amaste. Esto ya paso una vez Mags, con Camille. Hiciste la estupidez de casi lanzarte del puente cuando ella te dejo, y yo no estuve allí para deternerte, pero lo hiciste tú solo. Pero esto–. Refiriendose a Alexander y su partida–. Esto es diferente, tú aun lo sigues amando mas de lo que alguna vez la amaste a ella. Y no pretendo dejarte solo. 

Magnus suspiro, echando la cabeza hacía atrás intentando aguantar las lagrimas. Ragnor tenía razón, esta vez era diferente. Lo sentía tan diferente, pero todo se fue al caño por el simple echo de mentir y no ser honesto con el hombre que ama. Con el que aún ama. 

El silencio reino entre ellos, Ragnor sin despegar su vista de Magnus y este, dejando caer y dejando escuchar uno que otro sollozo. 

Ragnor supo que Magnus lo necesitaba, ahora y más que nunca, sentía la tristeza manar de él al punto de ser deprimente. 

Settle Down |Malec-AU|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora