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Andrew me devuelve el collar después de haberlo examinado minuciosamente. Parece que está buscando algo, pero creo que eso ya no esconde secretos para él.

Nos encontramos sentados en dos sillas, en la terraza de una cafetería, ambos necesitamos descansar y reponer fuerzas.

Quién sabe lo que vamos a tener que hacer para conseguir esta pieza. Si es verdad lo que nos ha dicho Chloé de que se encuentra en un museo lo vamos a tener difícil para conseguirla, pero aún así, al menos yo no me voy a rendir.

Antes, le hemos preguntado a unos lugareños si por aquí se encontraba algún museo. Ambos asintieron y nos indicaron el camino más adecuado para ir, probablemente pensaron que somos turistas.

Turistas que se van a llevar algo muy peculiar de recuerdo.

Me termino mi bebida bajo la sombra de la terraza de la cafetería, es muy agradable poder disfrutar de un poquito de tranquilidad. Y más cuando lo que hacemos no es tan sencillo. Poco a poco se nos van a poner las cosas más difíciles y espero que logramos sobrevivir ambos en esta búsqueda.

. . .

Ha decidido por las calles de aquel pueblecito. Tratamos de orientarnos por aquel laberinto de construcciones de piedra.

Sinceramente, desde que llegamos aquí, me siento bastante observada. No sé cómo explicarlo de una manera que se pueda llegar a entender pero simplemente este sitio me incomoda bastante.

Tras haber caminado unos cuantos metros más, divisamos un edificio más grande que los demás con las puertas abiertas de par en par. Andrew se para frente al edificio y lo observa detenidamente, yo en cambio me acerco para rozar con las yemas de los dedos el acabado metalizado de una placa en la que está inscrito

"MUSEO DE ANTIGÜEDADES"

El edificio parece estar reformado, ya que, tiene un diseño un poco más moderno, si lo comparamos con los edificios que lo rodean.
Unas finas láminas de lo que parece ser madera de roble, adornan gran parte del edificio y las dos puertas que se abren delante de nosotros son de un metal que refleja los rayos del sol de una manera impresionante.

Para cuando vuelvo a la realidad, Andrew ha desaparecido de dónde estaba. Supongo que haya habrá entrado.

Decido averiguarlo atravesando las dos puertas metálicas.

Empiezo a caminar dejando atrás objetos oxidados, antiguos retratos y pequeñas estatuas, todos con un pequeño letrero donde se indica toda la información de aquel artefacto.

No sé por qué, pero me detengo ante un cuadro. En ese cuadro aparece un bonito paisaje florido en el que se puede ver un perro corriendo. No aparece nadie más, solo está el animal corriendo por no sé qué motivo.

Entonces oigo un ladrido. Miro hacia ambos lados para saber de dónde procede, pero toda la sala parece seguir igual. Ladeo la cabeza hacia ambos lados durante varias veces para apartar ese pensamiento de mi mente.

Oigo unos vasos que me sobresaltan. Pertenecen a varias personas, ya que, también oigo varias voces hablando al mismo tiempo.

Entonces veo Andrew acercándose.

Acompañado de dos completas desconocidas.

NARRA ANDREW

Cuando llegamos a lo que parece ser el museo, me quedo parado frente a el edificio que parece desentonar bastante con el ambiente rural en el que se encuentra.

Al otro lado de las puertas metálicas, veo a Sophie acariciar una placa metálica en la que hay escrito algo, no lo llego a verlo bien.

Decido entrar con cautela.

Entonces veo a unas mujeres charlar animadamente al lado de un cuadro. Ambas tienen la ropa manchada de pintura por algún lado, incluso una de ellas tiene una mancha de pintura en su mejilla izquierda.

- Yo lo hubiera retocado un poco por aquí - comenta una de ellas mientras señala una esquina del cuadro - pero lo demás me parece una maravilla. No me extraña que te haya suplicado para que lo expongas aquí.

Ambas se ríen ante el comentario y mientras yo aprovecho para acercarme más a ellas. El cuadro es bastante colorido. En el aparece un campo lleno de flores que solamente está atravesando un perro corriendo hacia una dirección indefinda.

Es bastante bonito pero no es el tipo de arte que me atrae.

- Veo que no soy la única a la que le gusta tu cuardo - dice una de ellas mientras se vuelve hacia mí - ¿En qué podemos ayudarte?

- Yo...ehh..... - me cuesta reaccionar un poco ante eso, normalmente no estoy acostumbrado a que me descubran. Una de las chicas pone los ojos en blanco mientras yo intento inventarme una excusa barata para salir del paso - Me gustaría visitar el museo, pero en la entrada no vi a nadie que me pudiera guiar así que decidí entrar por mi cuenta - digo finalmente.

Las dos se miran y encogen los hombros. Me parece que mi excusa ha funcionado.

Unos minutos después me encuentro caminando por los pasillos del edificio, que parece no tener fin e ignorando por completo lo que me explican mis guias.

Me fijo en cada obra en busca le la pequeña pieza que se esconde aquí.

- Y ahora la joya de la corona, una de las piezas más valiosas de aquí. Pertenecía a uno de los miembros de la realeza- me indica una de ellas alzando la voz un poco más de lo normal - de hecho, fue mi abuelo quien lo encontró...bla bla bla - dejo de escuchar hasta ese punto. Mientras habla, señala un collar bastante sencillo compuesto por un único adorno:

¡La pieza!

Unidos por una canción      Donde viven las historias. Descúbrelo ahora