22

205 16 6
                                    

NARRA ANDREW

Noto un ruido y una constante vibración de mi cuerpo, cosas que hacen que a poco a poco abra los ojos para ver dónde estoy. Junto a mí se encuentra Sophie, tan concentrada mirando a la ventana que no se da cuenta de mi presencia.

Noto un dolor muy fuerte en mi cabeza mientras poco a poco voy levantándome. Me encuentro en un coche con dos personas completamente desconocidas en los asientos delanteros. Sophie se vuelve hacia mí y me mira con indiferencia mientras hace un poco de espacio para que me coloque en el asiento.

Ahora que lo pienso, su pelo dorado combina con las dunas del desierto bañadas por el sol. También los desconocidos de los asientos delanteros se vuelven hacia mí.

- Me alegra que hayas despertado - comenta uno de ellos mientras el otro se vuelve para seguir manejando el volante - cuando te encontramos pensábamos que habías muerto. Tienes suerte de que hayamos visto a tu amiga.

- Gracias - digo con un hilo de voz, después de eso me aclaro la garganta. Necesito agua

Como si me hubiera leído la mente, Sophie agarra una botella de agua que hay en uno de los laterales y me la pasa. Yo la acepto y debo un gran trago de agua que me refresca.

Se la devuelvo y no puedo evitar mirarla, probablemente seguirá enfadada conmigo por la "discusión" que tuvimos. A veces, me parece que piensa con iracionalidad, y aunque algunas de las cosas que haga le salgan bien, no significa que todos los disparates que se le ocurran pueden sacarnos de cualquier apuro que se nos aparezca.

Entonces decido hacer algo estúpido.

Cojo su mano y la agarro fuertemente, tanto que sus esfuerzos por intentar liberarse resultan nulos. Decido dejar de presionarla pero no la suelto, ella lo nota pues, deja de intentar soltarse.

Y nuestras dos manos se quedan ahí un buen rato.

Noto como poco a poco el clima va cambiando el calor sofocante que había antes a un vientecillo agradable. Supongo que ya nos estaremos acercando a lo que es el país.

Trato de cerrar los ojos por un momento y olvidarlo todo. Simplemente correr libre a no sé dónde con la única compañía de mi mismo.

Y ella.

Para cuando los abro, me llevo una gran sorpresa. Lo que antes parecía un desierto desolador con un clima siempre soleado, se ha transformado completamente en un paisaje montañoso y frío.

Es casi increíble el contraste que llega a haber entre estos dos paisajes que, no se encuentran muy lejos el uno del otro. Simplemente es algo increíble que solo la naturaleza puede crear. Y solo el hombre puede destruir.

NARRA SOPHIE

Cuando Andrew agarra mi mano con fuerza y no parece querer soltarla, intento debatirme por recuperarla. Después deja de aplicar fuerza sobre ella y simplemente la deja ahí rodeada por la suya. Ahí ya dejo de oponer más resistencia.

El paisaje poco a poco va cambiando hasta que nos encontramos con unas montañas de clima frío mucho más habitadas del desierto. El coche no parece tener problema para cruzarlas, parece estar diseñado para eso mismo.

Cuando entramos por el sendero de aquel bosque, el coche no paraba de retumbar cada vez que nos topábamos con alguna piedra del camino. Eran un ir y venir de golpes que me clavaban contra el duro asiento del coche.

No tardamos mucho en atravesarlo. Menos de lo que me esperaba, sinceramente. Cada vez se podían ver más casas hasta llegar a empezar a ver pueblos, que luego se transformaron en comunidades y casi al final en grandes ciudades.

Nos dejaron en una plaza situada justo al lado del mar. Las vistas eran preciosas. Observo como Andrew también se queda mirando un poco hacia las olas que rompían sobre la barandilla del paseo.

Seguimos caminando unas calles abajo, supuestamente tenemos que encontrar un museo.

Las calles son de piedra al igual que las casas y no sé porque me recuerda mi infancia, probablemente debía de vivir en algún sitio así

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Las calles son de piedra al igual que las casas y no sé porque me recuerda mi infancia, probablemente debía de vivir en algún sitio así. Simplemente no lo recuerdo, pero me trae un aire nostálgico.

Me odio. Me odio por no conocerme.






Unidos por una canción      Donde viven las historias. Descúbrelo ahora