Sirius Black 》013

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*Maratón 1/7

Ema Thomson, era una Hufflepuff muy despistada;  que, por razones que no comprendía, solía terminar en los lugares menos apropiados.

La primera vez que vio a los merodeadores, fue en tercer año; estos se encontraban haciendo quien-sabe-qué en uno de los pasillos del castillo, por lo que Ema decidió pasar de largo; sin embargo, su plan se vio frustrado, cuando una bomba fétida fue colocada en su mano.

Ema volteó confundida, y lo primero que vio, fue a un niño con gafas extrañas encima de uno con el cabello negro un poco largo, y a un pequeño gordinflón medio dormido sobre otro que tenía pequeñas cicatrices en su rostro; sin embargo, los cuatro se pararon rectos y sonrieron de forma inocente.

-¿Qué demonios..

-Ese lenguaje señorita Thomson- dijo una voz, que definitivamente no pertenecía a ninguno de los cuatro niños.

- Oh, lo siento profesora McGonagall- se disculpó la castaña- ¿Qué narggles?

Los cuatro chicos soltaron una risa, mientras la profesora la miraba con el ceño fruncido. Ema trató de alejarse, sin embargo, ese plan fue frustrado nuevamente en cuanto la profesora McGonagall la sujetó de la túnica.

-No tan rápido señorita Thomson- dijo con voz firme.

Ema sólo la miró confundida ¿Por qué no podía irse?

-¿Podría explicarme que hace por los pasillo del castillo con una bomba fétida en su mano?- inquirió McGonagall mirándola severamente.

-¡Pero  no es mía!- exclamó indignada- ¡Es de estos encleques!

Los niños fruncieron el seño, al oír como los había llamado la castaña.

-Perdóname Thomson, pero yo no soy ningún...

-Silencio Black- cortó McGonagall al niño, que tenía el cabello un poco largo- La cosa aquí, es que los he encontrado a los cinco juntos, con una bomba fétida, por lo que tendré que restarles puntos e imponerles un castigo.

-Pero si yo no he hecho nada profesora.

-Pero que mentirosa- interrumpió el niño de las gafas, quien se encontraba molesto de que lo hubiera llamado encleque- ¡Pero si fue tú idea!

Ema le lanzó una mala mirada, para después volver su mirada a la profesora McGonagall.

-¿Es cierto lo que Potter dice, señorita Thomson?

-Claro que...

-Sí- completó Black- ¿A qué no Peter?

El niño regordete, sólo asintió con la cabeza muchas veces.

-Bien, a vista de que les gusta dejar malos olores por los pasillos, no les molestará limpiar los baños del segundo piso ¿no es así?

Los cuatro chicos mostraron un gesto de asco, pero Ema sólo se resignó, pues no había forma de que McGonagall le creyera.

-Los odio- dijo Ema, una vez que McGonagall se retiró.

-Tranquila Thomson- respondió Black- El sentimiento es mutuo.

***

Después de eso día, y del horrible castigo -que aunque Ema nunca lo admitiría en voz alta, le había divertido bastante- decidió alejarse lo más posible de Sirius, James, Remus y Peter, mejor conocidos como los merodeadores.

Sin embargo, como era costumbre, sus planes siempre se veían fastidiados; y su tendencia en aparecer en los lugares menos apropiados, la habían llevado a acabar sentada en el despacho del director junto a ellos más de una vez (cosa que a sus diecisiete años seguía sin comprender).

Harry Potter One ShotsWhere stories live. Discover now