En mi nuca puedo sentir el aire tibio que su respiración emana de sus fosas nasales. Esa leve sensación no viva ocasiona un vaivén en mi interior que me grito internamente para no ceder. Relamo mis labios con parsimonia y suspiro con notorio hastío antes de girar sobre mi sitio para verlo.

A pesar de la tenue luz lunar que se proyectaba por mi ventana, podía ver sus vivas facciones. Su piel parecida a la porcelana, blanca y sin imperfecciones. Si pudiese tocarlo hasta podría comprobarlo, pero cosas así no sucedían. Los pequeños lunares que estaban dispersos en su rostro generaban que de alguna extraña manera quisiese unirlos para formar una constelación única.

Volviendo al tema, aún odiaba que su piel fuese mejor que la mía.

—Mark... —ni un sólo movimiento—. Mark por favor... —le rogué al chico de cabello rubio que se había colado de nuevo bajo mis sábanas blancas, intimidándome con su sola espiritual presencia.

Cierro mi mano en un puño y luego la abro para intentar tranquilizarme y no ponerme a gritar para que saliese.

Una chispa de ilusión se encendió en mí cuando vi que sus párpados parecían querer abrirse.

—Uhm —murmuró. Sus ojos no se abrieron, permanecieron cerrados y de alguna extraña manera se acercaba, aferrándose a mi cuerpo, como si se sintiera indefenso.

Decir que mi sistema circulatorio estaba en perfecto estado, estaría mintiendo. Un calor interno surge de entre mis venas y también mi sistema nervioso falla, haciendo corto circuito.

No, Ayem, no seas estúpida.

No podía mentirme a mí misma y decir que este chico no me ponía la piel de gallina. Porque claramente todos los puntos estaban a su favor.

Maldita sea.

Chasqueo los dientes y viro los ojos.

Había de ganarle al mal.

Cierro mis ojos unos segundos, canalizando toda mi buena generosidad, bondad, y todo lo bueno que le echaron a las chicas súper poderosas y suelto un breve suspiro antes de abrir mis ojos.

Casi me ahogo con mi saliva.

¿Acaso no sabía cómo me ponía cuando entraba así por así a invadir mi espacio personal, más si su rostro estaba a menos de dos centímetros del mío?

Más bien, ¿acaso no sabía que compartir cama con una chica podría mal entenderse?

O mejor, ¿No le había pasado por su cabezota las consecuencias que traía cuando se metía bajo mis sábanas sabiendo que me vio desnuda?

—Apartate —trato de empujarlo, sin embargo este decidió ponerse en modo "fantasma intocable", ya que mis manos atravesaron su pecho. Cuando mis manos lo atravesaban el aire que rodeaba mis brazos o la parte de mi cuerpo que cruzase su ser, era gélido.
No sabía cómo explicar el hecho que su cuerpo fuese frío, pero que tuviese respiración, o una simulación a ello.

Era tan extraño.

Suelto un suspiro.

Al ver que este no acatará nada de lo que le dijese ni hiciese. Solo tomé como opción, girarme y quedarme viendo el techo con los brazos cruzados bajo mi pecho, resignada. Porque después de todo, el niño no me haría caso.

No solo colmaba mi paciencia, sino me hacía sentir de una manera que ni siquiera yo sabía. No sabía nada de lo que sucedía conmigo cuando él estaba a mi alrededor. No sabía absolutamente nada del por qué de todo.

Ghost; Mark Tuan; Im JaebumWo Geschichten leben. Entdecke jetzt