Capítulo 2

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Me sentía adolorida, pesada incluso, como si un camión hubiera pasado encima mío y hubiese molido todos y cada uno de mis huesos. Mi garganta se encontraba seca y al intento de pasar saliva, dolía.

Mi mente en estos instantes no se hallaba sensata, percibía que vagaba en otro mundo, alejado de todo y todos.

No recordaba nada, sólo pequeños fragmentos.

Audición cancelada.

Viento.

El chico del árbol.

Y la piedra que traspasó su cuerpo.

Al ser ese mi último recuerdo salté prácticamente de cama, levantándome y abriendo los ojos como dos grandes platos.

—¡La piedra traspasó su cuerpo! —chillé alterada. Posiblemente si estuviese acompañada en este momento, me hubiesen tachado de loca por hablar —y gritar— sola. Presioné el puente de mi nariz y suspiré con pesadez. Me dolía la cabeza y me sentía mareada. Contuve el aire en mis pulmones y regresé a mi antigua posición, es decir, echada. Toqué la tela suave que hacía contacto con las palmas de mis manos y suspiré aliviada. Era mi cama y estaba con mi pijama puesta y aún era de día—. Sólo fue un sueño... —susurro para mí misma, suspirando, como si la paz mundial y la magnífica sensación de alivio se colase en mi organismo.

¿Qué más podría ser?

Tonta.

Aunque declaro que fue el sueño más extraño que he tenido en mi vida. He soñado con chicos, pero chicos que he conocido, no como aquél. Imaginar su sonrisa, sus ojos negros profundos, su tez clara, su voz... ¡Dios, que voz tan sensual! su tacto, suave como el algodón, pero frío como el hielo. En definitiva, fue una pesadilla.

Niego con la cabeza.

Algo tan hermoso no podría ser real.

No podía simplemente.

Hice algo de meditación, recordando con pesar lo que había soñado. Recordando pasito a pasito cada cosa que había imaginado y que ahora seguramente después de unos minutos ya no recordaría.

Sonreí como estúpida al darme cuenta que hablaba sola e incluso pensaba de igual manera.

—¿Sueño? ¿De qué hablas? —contestó esa voz ronca que había oído con anterioridad espabilándome de pies a cabeza y ocasionando que soltase un alarido lo suficientemente fuerte para que el extraño soltase un bufido.

Volteé hacia el costado, asustada y ahí estaba él, dándome una mirada de completa satisfacción, sentado con las piernas cruzadas encima de mi cama, sonriéndole a un pequeño marco que estaba entre sus dedos.

Después de todo, no fue un sueño realmente. Todo esto, era una maldita pesadilla.

Ayem, despierta.

¡Despierta!

Me incorporé de inmediato, alejándome de él, estaba muy cerca. Estaba rompiendo las reglas del espacio personal. O sea, MI espacio personal y titubeé.

—¿Q-qué haces aquí? ¿Quién eres tú? ¿Qué haces en mi habitación? —tartamudeé como la típica chica asustadiza que temía de todo.

Cogí la sábana entre mis dedos y la subí a mi pecho, cubriéndome hasta el cuello como si estuviese desnuda —cosa que no estaba, pero igual me sentía expuesta con un chico tan cerca a mi lado—.

—¿Que qué hago aquí? —la pregunta que lanzó denotaba desconcierto y la sonrisa que portaba, y que estaba plasmada en su rostro, se desvaneció y sus ojos reflejaron incomprensión completa y eso me resultó sumamente tierno.

Ghost; Mark Tuan; Im JaebumWo Geschichten leben. Entdecke jetzt