Extra 2.

2.3K 301 66
                                    

Matt acomodó por décima vez la campera negra que llevaba sobre una remera gris con una estampa de diversos colores y sonrió nerviosamente a Haylee. Habían llegado a la estación de autobuses un par de minutos antes, durante la tarde y Matt se había sentado en una de las sillas de madera con la caja envuelta en papel para regalo en sus piernas, mientras ella pedía un boleto de vuelta para el día siguiente ya que dormirían en lo de la familia de la muchacha.

Desde lejos podía notar lo nervioso que se encontraba al tan solo pensar que conocería a su familia, y Haylee intentaba no reírse de él, ya que no sólo era demasiado lindo así, sino que era gracioso.

Cuando finalmente se acercó a él, pudo escuchar en la pequeña televisión colgada sobre el techo los nombres del nuevo duo de Hell's Kitchen.

—Daredevil y Connections nuevamente evitaron que una enorme carga de drogas ingresara a la ciudad, evitando que nuestros jóvenes caigan en ellas...— escuchó la voz de la presentadora —... Cabe destacar que siguen prófugos de la justicia porque no aceptaron firmar los Acuerdos de Sokovia...

Ambos sonrieron un poco incómodos por la última parte  antes de tomarse de la mano para de salir del lugar.

Finalmente ambos habían empezado a trabajar juntos en las calles de Hell's Kitchen, defendiendo a los pobres y evitando batallas entre pandillas. Pero claro, el gobierno los seguía para que firmaran algo en lo que no estaban de acuerdo.

Caminaron las pocas cuadras que los separaban de la casa de sus padres y cada vez podía ver más incómodo a Matt. Tuvo que detenerse en medio de la calle para poder tranquilizarlo.

—Hey, todo va a estar bien— sonrió cálidamente hacia él —. Ellos ya te aman y no te conocen, no va a pasar nada malo.

—¿Si les doy una mala primera impresión?— Haylee besó su mejilla con delicadeza.

—Es imposible que alguien tenga una mala impresión— ladeó la cabeza —. Quizás los que luego reciben tus golpes, pero ese es otro tema.

Él rió un poco más calmado y depositó un beso en sus labios, aunque sus manos seguían sudando.

Siguieron caminando y luego se detuvieron delante de la puerta. Matt volvió a arreglar la campera y ambos esperaron a que abrieran.

Su madre abrió la puerta con un pequeño grito y una enorme sonrisa. Primero abrazó a su hija después de más de un año de haberla visto por última vez y luego a al morocho a su lado. Los invitó a pasar y ambos se quedaron parados en medio de la sala.

Era el cumpleaños de su padre, cuatro de octubre. Matt había estado dudoso de aceptar, y ahora se encontraba dudoso delante de su familia. Su padre apareció por la cocina y estrechó la mano con su novio que tenía la cabeza hacia otro lado. Él pudo darse cuenta fácilmente que era ciego.

—Es un placer conocerte, Matthew Murdock.— comentó antes de abrazarlo, sorprendiendo al hombre.

—El placer es mío.

Al separarse, él le entregó el regalo y su padre dió un par de palmadas en su espalda.

—No tenías que haberte preocupado.— sonrió antes de hacerlos pasar a la cocina-comedor.

Dentro de la habitación, Quentin permanecía sobre una de las sillas de madera con una almohada bajo él para darle altura así podía llegar a la mesa. Empezó a agitar las manos en el aire antes de bajarse de la silla. Corrió hasta la muchacha y ella lo tomó de los brazos, elevándolo en el aire entre risas. Estampó un beso ruidoso contra sus mejillas y lo acerco a Matt.

—Quentin, él es Matthew.— habló haciendo que el pequeño niño saludara al morocho.

—¡Mattio!— gritó el niño moviéndose desesperado entre sus brazos.

—Matt.— volvió a decir ella mientras reía.

—¡Matt!— volvió a gritar el niño llevando una mano a su cabeza, como si hubiera cometido un error.

—¿Podrías saludarlo con un beso en la mejilla?— preguntó ella y el niño asintió.

Matt se encargó de tomarlo en brazos para recibir el beso, luego el niño simplemente lo abrazó. El morocho sonreía tanto que sus ojos se encontraban pequeños.

Todos se sentaron alrededor de la mesa y comenzaron a charlar. La familia de Haylee sabía como tratar con Matt para que no se encontrara tan nervioso y pudiera hablar con tranquilidad. Se podía sentir el olor a la comida llenando la sala y Liam no tardó mucho en aparecer por el marco de la puerta. Saludó a Matt como si fuera alguno de sus amigos. chocando las palmas y se sentó junto a ellos.

Haylee preparó la mesa junto a su madre y la puerta principal volvió a abrirse, podían ver claramente a Alec ingresando junto a su novia, una muchacha alta, pálida y pelirroja de ojos azules. Tenía una enorme sonrisa pero era más tímida que Matt.

La familia cenó entre risas e historias incómodas de Haylee y de Alec, de esas que los padres sueles sacar a la luz cuando quisiste olvidarlo y te dejan avergonzado delante de todos. Su padre pidió tres deseos antes de apagar el fuego sobre las velas. Pero Haylee sabía que un deseo ya se había cumplido, estar todos juntos en familia.

Llegó la noche y todos se fueron a dormir. Su padre había preparado su antigua habitación con una bolsa para dormir en el suelo, ya que su cama era de una sola plaza. Ni bien ambos se quedaron solos, tiraron los almohadones sobre el suelo y se recostaron juntos. Debian quedarse durante la noche porque su familia los había invitado a un desayuno en el parque.

Durante la mañana, todos ayudaron a su madre a organizar las cosas que llevarían ya que había amenazado con dejarlos sin comer. Todos tuvieron que llevar algo, por suerte el lugar quedaba cerca.

Matt otra vez se encontraba nervioso mientras terminaban de comer sentados en el pasto. Haylee apoyó su mano en su rodilla, intentando que él se tranquilizara, pero parecía no reaccionar.

Luego de haber terminado, el morocho la hizo levantarse del suelo, aunque ella tuvo que ayudarlo porque se encontraba nervioso, y parecía no saber que hacer.

Se alejaron un par de pasos, él siempre tomando su brazo, bajo la atenta mirada de toda su familia. Matt se paró delante de ella y sonrió.

—¿Estás bien, Matt?— preguntó con miedo, él sólo asintió.

Tomó sus manos con delicadeza, mantenía la cabeza gacha y temblaba levemente. Antes de que Haylee pudiera volver a preguntarle, Matt se arrodilló sin soltarla.

Haylee contuvo la respiración sin darse cuenta mientras él buscaba torpemente en su bolsillo algo, que después pudo ver era una pequeña caja. Su mente había quedado en blanco, no podía reaccionar mientras él abría la cajita y le dejaba ver un anillo con pequeños cristales.

—¿Te casarías conmigo?— levantó la cabeza junto con una sonrisa y pudo escuchar a su mamá gritar desde lejos.

La muchacha no pudo decir nada y parpadeó varias veces para poder reaccionar. Miró el rostro de Matt y luego nuevamente al anillo.

—Si.— respondió en un susurro.

Matt colocó el anillo en su dedo y se levantó para abrazarla, levantando su cuerpo en el aire. La muchacha llenó de besos su rostro para finalmente unir sus labios. Matt no podía sentirse más feliz, y Haylee, finalmente había encontrado su verdadera conexión al mundo.

Connections «Matt Murdock»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora