Capítulo 7

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Jane
Estaba junto a Tina, en un rincón del patio, aisladas de todo el mundo. Ella me hablaba de como a partir de ahora comenzaría con una nueva rutina de ejercicios, que debía ser fuerte y dar miedo. Yo veía todo esto absurdo, nunca había matado ni una mosca, bueno.... sí que había matado a un hombre, pero fue un accidente, y además en defensa propia. Entonces, no me veía golpeando alguna de esas mujeres y mucho menos a Laura.
- ¿Jane? ¿Me estás escuchando? - llamó mi atención Tina.
- Ehmm... sí, claro.
- Ah, entonces estás de acuerdo con las cinco horas diarias de ejercicio.
- ¡¿Qué?! - abrí los ojos como platos - ¿Estás loca o me quieres matar? No pensé que tu también tuvieras esas ideas.
- Ya sabía yo que no estabas escuchando - rio ella, sus ojos miraron a mis espaldas, y luego me vieron a mí. - Ya es hora
- ¿Hora de qué? - pregunté confusa.
- Allá está Laura. Ella no va a venir a ti, tienes que ir allá y empujarla o decirle algo - cuando Tina dijo eso sentí el miedo correr, como si de un carrera se tratara, por toda mi espina dorsal hasta apoderarse por completo de mi persona. - Jane esto es importante, mientras más golpeada la dejes mejor va a ser para ti.  Solo descarga toda tu rabia acumulada por lo que te ha pasado. Descarga el odio que tienes a las mujeres como ella. Descarga la rabia y la impotencia por no tener a tu hijo contigo. Golpéala por cada día que tienes que pasar aquí.  Cuenta las patadas como contaste las veces que te tuviste que acostar con el cerdo de tu jefe. Haz que le duela como te dolió quedarte sola con un niño pequeño, el día que tu madre murió - la miré, ella me miró -  Hazlo Jane, conviértete en la reina de ésta prisión.
Poco a poco el miedo iba desapareciendo. La rabia provocada por las palabras de Tina iba tomando su lugar.
Comencé a caminar en dirección a Laura. Con cada paso que daba, pasaban diferentes imágenes por mis ojos. Cuando mi padre hizo lo que hizo. Cuando mi madre murió. Cuando tuve que dormir en una casucha de mierda. La primera vez que me acosté con el abogado Pablo García para no perder mi trabajo. El día del asesinato, el juicio. Cuando me quitaron a mi hijo. El día que casi me matan aquí en la cárcel... todo pasaba ante mí como una película. Cerré mis ojos cuando vi mi realidad, la mierda que tenia de vida. Alguien tenía que pagar, en alguien tenía que descargar, ésta era mi oportunidad y no la podía desperdiciar.
Aumenté la velocidad. Laura estaba sola, se veía mal, aún con los golpes de Alex en la cara. Alex... que pensaría ella de todo esto, no me importa , la verdad. Pensé en ella, en cómo me mintió, en cómo se burló de mí, y mi vista se puso negra, no veía nada, solo a Laura,  que estaba a unos metros de mí.
El primer golpe llegó a su cara y no sé si le dolió más a ella o a mí. Cayó en el suelo, pero se levantó tan rápido que temí que todo esto fuera una trampa de Sonia, que la pelea no estuviera arreglada. Laura corrió a mí y me tomó por el cuello de la camisa. Me levantó sin ningún problema, como si de una pluma se tratara. Sentí como mis pies dejaron el suelo.
- ¡¿Qué coño te pasa estúpida?!
Las palabras no me salían, estaba literalmente, muerta de miedo. Miré sobre su hombro y pude ver a Sonia entre todas la mujeres que formaban un círculo alrededor nuestro. Pude leer en sus labios "golpéala"... y lo hice, no sé cómo, creo que fue la adrenalina. Golpeé su estómago lo más fuerte que pude. Ella me soltó y caí al suelo, justo al lado de donde se estaba retorciendo del dolor. La verdad no creo haberle dado tan fuerte, miré de nuevo a Sonia y esta  solo asintió, y entonces entendí, era ahora o nunca.
Me puse de pie y aproveché que Laura estaba en el suelo para patearla justo en su estómago. Podía escuchar de fondo a todas gritando. Otro golpe, esta vez en el rostro, y después otro y otro, me volví loca, parecía que con cada gemido de dolor que salía de su boca, aumentaba mi rabia. Recordé lo que me había dicho Tina, y todo fue peor. Sentía que ella era cada una de las personas que me hicieron daño en el pasado, y las que me lo están haciendo ahora. Llegó el momento en que no había ni una gota de miedo en mí, para ese entonces Laura ya estaba muy mal, ya no intentaba protegerse. Me puse sobre ella y comencé a darle con mis puños en la cara, una y otra vez.
No sé cuanto tiempo estuve yo así, hasta que sentí que alguien me agarró de la cintura y me levantó, yo seguía pataleando para poder soltarme y seguir golpeando a la chica. Después no supe nada... todo se puso negro.
***
El fuerte olor a alcohol inundaba mis fosas nasales. Abrí los ojos lentamente mientras hacía a un lado el frasco que tenia frente a mi rostro. La persona que estaba a mi lado se puso de pie y caminó, alejándose.
Pasaron unos segundos, que me sirvieron para espabilarme más. Miré a mi alrededor y pude ver el mismo paisaje que Alex me había mostrado días atrás. Entonces miré a mi acompañante... Alexandra.
Estaba de espaldas, podía ver su cuerpo completamente rígido. Era curioso como, a pesar de ser una mujer muy fuerte, era muy femenina. No es que fuera una Miss Universo, pero era muy linda, se conservaba muy bien. Su uniforme siempre lo llevaba ajustado resaltando sus atributos, su cabello lo tenía suelto, pero en ocasiones lo recogía en una coleta. Y su rostro, era lo más impresionante, porque no tenía una sola marca, me encantaba como se cuidaba. En fin, es una mujer hermosa... muy hermosa.
- ¿Estas consiente de lo que acabas de hacer? - no sé por qué, pero me sonroje a más no poder de solo pensar que me había descubierto mirándola - Jane - se giró,  se veía... molesta - ¿Tienes una idea del problema que acabas de crear?
- Yo... no... - no podía articular palabra alguna, no con esa mirada sobre mí.
- ¡¿Estás consiente de que por esto pueden matarte y yo no voy a poder hacer nada?! - sus ojos destellaban rabia y molestia - Y una mierda Jane ¡No voy a poder protegerte de esto!
- ¡Nunca te pedí que me protegieras! - grité también, poniéndome de pie, llegando a su altura - Tú sola te ofreciste a ayudarme. Siempre estás detrás de mí, siempre pisas mis talones, no dejas que nadie se me acerque - le gritaba y veía como el enojo crecía en ella, lo notaba en su rostro - ¿Por qué coño no me dejas en paz?
Alex estaba que explotaba, veía la vena de su frente marcada. Nunca perdimos contacto visual, parecía una guerra de miradas.
De pronto y sin previo aviso tomó el cuello de mis camisa y me empujó hasta que mi espalda tocó la pared. Pegó su cuerpo al mío y nuestros rostros estaban muy cerca. Podía sentir su respiración en mi boca. No sé por qué, pero un escalofrío raro recorrió todo mi cuerpo. Ella me miraba, nunca dejó de hacerlo. Sin embargo yo bajé la vista. Mis ojos fueron a parar a su boca que estaba levemente abierta y se veía tan... besable. No pasaron dos segundos antes de volver a sus ojos, no puede ser que yo esté pensando en... eso. Se pegó más a mí... como si fuera posible. Y cerré los ojos, no sé por qué, tal vez esperaba algo, tal vez le temía a algo
- Alex, ¿qué haces? - pregunté en un susurro, aún con los ojos cerrados.
- Quieres saber por qué te protejo siempre... y te lo voy a mostrar - respondió ella de la misma forma, y ya mi mente me estaba jugando malas pasadas. Sentía su aliento fresco dentro de mí, mierda - te protejo porque desde que te vi supe que no eras para esto. Porque desde que me dijeron que eras homofóbica supe que no sobrevivirías en día sin ayuda. Te protejo porque a pesar de tu odio a los homosexuales, se que eres una buena persona, con un corazón de oro que ha pasado por mucho - su tono de voz nunca se elevó, al contrario, lo sentía más bajo y eso no me gustaba, esto era nuevo, nunca antes había sentido algo parecido - Te protejo porque te prometí darte a tu hijo de vuelta, y yo cumplo cada una de mis promesas. - abrí mis ojos como platos - Entonces por favor, colabora y no te metas en problemas. - después de que dijo todo eso me soltó y se alejó dejándome más confundida.
- Alex - la llamé antes de que se fuera.
- Jane, yo solo quiero que estés bien, por favor, no luches contra mí... yo no soy tu enemigo.

Homofóbica en PrisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora