Capítulo 2

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No podía ser posible que su mala suerte fuera tan grande.  Abrió los ojos como platos cuando vio a su compañera de celda parada justo en frente de ella.

- Dije que me iba a divertir con esta bienvenida. Hace mucho que no entraba a esta pocilga una chica así de linda como tú. - Jane sintió que su estómago se revolvió cuando Sonia puso las manos sobre sus piernas. Esa asquerosa mujer la estaba tocando y no se quería imaginar lo que estaba pasando por la cabeza de su compañera, nada bueno debía ser.

- Por favor- dijo Jane con clara muestra de pánico en su voz. -Si te ofendió lo que dije hace rato, perdóname. - Ella no quería pedir perdón, después de todo, esa mujer era una lesbiana más y no se merecía tal cosa, pero si quería seguir a salvo, debía bajar la guardia por lo menos por ahora.

- ¿Y crees que a mí me importan tus disculpas? ¡Me importan una mierda! – seguido de este grito sintió un fuerte golpe en su mejilla derecha. Esto la descolocó por completo, esta mujer tenía más fuerza de la que aparentaba. – Me importan una mierda las mujeres como tú. – Dijo esto para luego propinar un golpe en la otra mejilla, haciendo que saliera sangre del labio de Jane. – Ahora verás lo que se siente estar en la cárcel, rodeada de lesbianas.- La mujer que la estaba sujetando la tiró al suelo, después de eso pudo sentir como las piernas de Sonia se estrellaban contra su torso, haciéndola gemir de dolor. A estas alturas no tenía fuerzas para gritar por ayuda, y los golpes se hacían cada vez más fuertes y dolorosos. Fue levantada nuevamente, sólo para que le propinaran nuevos golpes en su estómago, pero esta vez con los puños, cada uno era más fuerte que el otro. Jane comenzó a escupir sangre, ya ni si quiera podía ver lo que había a su alrededor.

- Tienes que aprender la lección. En este lugar yo mando. A partir de ahora ten mucho cuidado, nunca sabes cuándo puede aparecer una lesbiana – estas palabras fueron acompañadas de más golpes, haciendo a la joven estremecer.

Fue tanto el maltrato que Jane se desmayó, quedando inconsciente y dejando su cuerpo a merced de estas dos mujeres. Pero antes de caer rendida por completo pudo sentir una voz diferente a las anteriores, sólo que no pudo distinguir que estaban diciendo.

Pasó un tiempo antes de que despertara, pero para cuando lo hizo estaba totalmente desorientada. Una fuerte luz invadió sus ojos en cuanto los abrió, obligándola a cerrarlos nuevamente.

-Al fin despiertas – escuchó una voz femenina a su lado, lo cual la hizo reaccionar y mirar lo que tenía a su alrededor, aunque tuviera que soportar la molestia de la luz entrando en sus ojos. Esa voz se le hacía conocida, pero no sabía de dónde. – Has dormido mucho, ya me estabas asustando. Te dieron una buena golpiza.-

Cuando al fin pudo ver la dueña de la dulce voz, se sorprendió al ver a la mujer con el uniforme amarillo de que usaban las reclusas. ¿Por qué ésta mujer estaba allí a su lado? no tenía ni idea. Lo último que recuerda era a esa gorila golpeándola como una loca.  A su mente llegaron, como si de película de cine se tratara, las imágenes de la pelea en la cual ella no había propinado un sólo golpe, más bien fue tratada como saco de boxeo. Trató de llevar las manos a su rostro, para comprobar su estado, pero la mujer que estaba a su lado no se lo permitió.

- Lo tienes muy hinchado. No te aconsejo que lo veas por ahora.-

- ¿Quién eres? ¿Dónde estoy? -

- ¿No recuerdas nada?-

- Solo recuerdo que mi compañera de celda me estaba pegando como loca. Después me desmayé. -

- Pues estas en la enfermería de la prisión. Tuvieron que curarte los goles y darte algunos calmantes para el dolor, por eso no te duele nada ahora, pero te aseguro que en cuanto se pase el efecto de los medicamentos el dolor volverá.-

Homofóbica en PrisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora