Capítulo 4

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- No puedes ser su hija. Es imposible. – dijo Alex con la desesperación implantada en su rostro.


- No le es. Soy hija de tu jefe... y más te vale que te andes con cuidado, porque te estoy vigilando. – respondió la chica con aires de superioridad, dejando a una confundida Alexandra.

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Con el paso de los días Tina y Jane se hacían cada vez más inseparables. De cierta manera, una le brindaba protección a la otra. Obviamente, Alex estaba al tanto de esta nueva amistad que surgía. Todos en el reclusorio se preguntaban por qué Alex no quería que le hicieran nada a la mujer que supuestamente debería de odiar. O sea, toda lesbiana odia a los homofóbicos, y Jane era una de ellos.

- ¡TODAS A FORMAR EN LOS PASILLO! – retumbó el grito de la guardia de seguridad en los oídos de Alexandra. Ella se paró de su cama y fue a cumplir la orden. Frente a ella tenía a Sonia y a Jane, sin mirarse si quiera. – ¡Escuchen bien, hijas de puta! A mis oídos ha llegado la información de que una de ustedes trafica drogas dentro de la prisión. Vamos a revisar celda por celda, y en la que encontremos un gramo de lo que sea que para mí signifique droga, estará metida en serios problemas.

Alex no pudo evitar tensarse al escuchar la noticia. No le preocupaba que encontraran su droga, al final de cuentas estaba muy bien escondida y era imposible que la hallaran. Lo que le preocupaba era que había alguien que la estaba delatando. De todo el tiempo que ella llevaba allí, nunca había ocurrido cosa parecida. Nunca nadie se atrevía a delatarla. Las guardias de seguridad fueron celda por celda, claramente no encontraron nada más que unas cuantas navajas. Por mucho que fuera una buena noticia Alex no estaba tranquila.

Después de éste pequeño inconveniente todas fueron llevadas al patio a tomar el sol. Como era de esperarse Jane se fue junto a su nueva amiga, Tina. Hablaban muy animadamente cuando llegó Alex, quien estaba conversando con Sonia.

- Hola, chicas - saludó la recién llegada

- ¡Hola, Alex! - dijo Tina muy emocionada.

- Hey, Al - saludó Jane con una sonrisa en su boca, no era muy frecuente que Alex hablara con ellas en público. - Alex, Jane me estaba contando cosas de su hijo - dijo feliz Tina - aunque ella está un poco triste porque no lo puede ver. - continuó bajando la mirada.

- Lo siento mucho por ella. Ehmm, Tina, ¿me puedes dejar unos minutos a solas con Jane?

- Claro. Pero me la devuelves ¿eh?. - dijo para luego marcharse.

- Estás bonita hoy - elogió Alex a Jane.

- Gracias, creo que el amarillo me viene bien. Aunque bueno... creo que no tengo otra opción.

- Eso es verdad. Aunque dudo que algún otro color te venga mal.

- Ja, gracias por eso - por alguna razón la cual desconocía, ella se sentía cómoda con Alexandra. - ¿Qué querías decirme?

- Pues quería invitarte a un lugar.

- ¿En serio? Pues lo siento, Al, no creo que el director nos deje salir de aquí para irnos de fiesta.

- Jajaja. Para ver lo que quiero que veas no es necesario salir de la prisión. Sólo tenemos que esperar a que sea de noche.

- Pero de noche cierran las puertas.

- No te preocupes. Tengo mis métodos.

- Entonces iré encantada.

- Bien. Te recogeré en tu celda.

Homofóbica en PrisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora