Capítulo 1

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- Mami, ¿vendrás temprano hoy? – preguntó el niño de apenas seis años a su madre.

- No lo sé, cariño. Depende de la cantidad de trabajo que me dé el señor García – respondió la joven muchacha, dando un poco de esperanza a su hijo, en el fondo sabía que no podría llegar temprano. Hoy sería un día complicado.

- No me gusta tu jefe, mami. Él es malo contigo, por su culpa casi nunca estamos juntos – se podía ver la tristeza en el rostro del pequeño.

Jane sabía que su hijo tenía razón en estar triste. En los últimos meses pasaba mucho tiempo en la oficina, sólo porque al señor García se le antojaba hacer algún ¨encargo¨ de última hora. No era que odiara su trabajo, en lo absoluto, de hecho, lo amaba. Siempre soñó con ser abogada, pero desgraciadamente los sueños no se cumplen para todos. Jane tuvo al pequeño Jack cuando aún era muy joven, así que no tuvo tiempo de estudiar lo que le gustaba. Lo más cercano que pudo conseguir de estar en un bufete de abogados fue trabajar de secretaria para el dueño de dicho bufete.

Ella vivía sola, no tenía a nadie en la vida, sólo a su hijo. Debía pagar para que la señora Ofelia, una vecina, lo cuidara mientras trabaja. Su vida era muy complicada, pero no se quejaba, o al menos no lo hacía hasta que el señor García decidió aprovecharse de su situación para satisfacer sus necesidades personales, nada que ver con lo laboral. Las amenazas de despido, si no cumplía sus órdenes eran muy claras. A Jane no le costó aceptar, a fin de cuentas no tenía muchas opciones, era eso o quedar en la calle; y con un hijo de apenas seis años que mantener no era muy buena idea. Accedió a ser la amante del dueño del bufete, con un prometido aumento de sueldo por parte de él, así podrían rentar un lugar mejor para ella y su hijo. Todo sería perfecto para el abogado Pablo García si Jack no hubiera necesitado de su madre, obvio que llegaba muy tarde del trabajo y se iba muy temprano. Casi no se veían, y esto era frustrante para Jane.

No lo soportó más y decidió hacer algo al respecto. Ahora estaba caminando en dirección a su trabajo... renunciaría, no estaba dispuesta a perderse el placer de ver a su hijo crecer. Llegó al despacho con los nervios de puntas, sabía que al señor García no le gustaría lo que estaba a punto de decirle. Saludó a todos y fue a la oficina de su jefe, quien ya debía encontrarse ahí. Tocó la puerta y esperó a que respondieran. ''Adelante'' escuchó que dijeron, y ella obedeció.

- Buenos días, señor García.

- Jane, sabes bien que me puedes llamar Pablo. – dijo el hombre calvo tratando de acercarse a la joven pelinegra.

- Lo prefiero así.

- Está bien. ¿Querías algo?

- Sí... vengo a renunciar – dijo con un tono de voz muy bajo, temiendo la reacción de su jefe.

- ¿Qué? – dijo creyendo que había escuchado mal - No puedes renunciar, tú y yo tenemos un trato.

- Lo sé, pero el trato se rompe aquí. No soporto estar más tiempo lejos de mi hijo. Usted casi no me da tiempo para mí. Llego muy temprano y me voy muy tarde, mucho más que todos los trabajadores.

- ¿Quieres que todos escuchen lo que te hago sobre ese escritorio? – dijo señalando el mueble de madera, se notaba claramente que estaba molesto - porque yo no pienso permitir que todo el bufete se entere que me acuesto con mi secretaria. Debemos ser discretos, es por eso que te vas tan tarde todos los días

- Lo siento señor, pero no soy una prostituta y no aguanto más esta situación.

- Tu estarás aquí hasta que yo quiera – Pablo caminó en dirección a Jane, quien fue retrocediendo hasta chocar con la pared a sus espaldas. Estaba acorralada. Su jefe estaba a solo un metro de distancia. – No dejaré que te vayas, aún tienes mucho que pagarme.

Homofóbica en PrisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora