16. Persecuciones

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-No hay problema, no compré mucho esta vez, como se arruinó la heladera las verduras se echarán a perder, vendré mañana a arreglarlo -le dijo mientras el mayor le ofrecía un vaso con agua-. ¿Cómo está?-preguntó con preocupación dirigiendo la mirada a una habitación cerrada.

-No lo sé, supuestamente debería mejorar, pero yo lo veo igual. -Con melancolía se sentó a su lado, soltando el peso de su cabeza en sus manos, intentando disimular la desesperación frente al muchacho.

-Las medicinas no actúan tan rápido, debes darles su tiempo. Te ves cansado. -Intentó consolarlo poniéndole la mano en el hombro.

-Es que ayer no dormí, tomé otro empleo.

-Que trabajes tanto no los ayuda a ninguno de los dos, no puedes tener tres empleos, renuncia a uno -habló con enfado dirigiendo la vista a la ventana.

-No. Debo hacerlo, sólo será un tiempo. -Se incorporó mostrando firmeza-. ¿Te quedas a cenar?

-Esta vez no puedo, me están esperando afuera. -Terminó de beber el líquido y se levantó del asiento.

- ¿Por qué no le dices que pase?

-Es que... es complicado -soltó en un suspiro y se apresuró a la puerta. Aquel era un barrio peligroso y sentía nervios al pensar que Sophie se encontraba sola en la calle.

Bajó corriendo las escaleras, empezaba a anochecer y se cansaba de jugar a los espías. Miró en todas direcciones haciéndose el disimulado para que la chica revelase su ubicación, pero ella no aparecía por ningún lado.

 Miró en todas direcciones haciéndose el disimulado para que la chica revelase su ubicación, pero ella no aparecía por ningún lado

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Cansada de esperar en una ridícula situación, Sophie decidió irse a casa. Caminó un par de cuadras hasta darse cuenta que no recordaba el camino. Las calles se tornaban más oscuras y amenazantes con tal avanzaba. Abrazó su mochila como un acto de nerviosismo; varios grupos de chicos sospechosos la miraban de pies a cabeza, algunos hasta le silbaban y lanzaban piropos. Ignorándolos intentó mostraste confiada de la dirección que tomaba. Decidió entrar a una tienda para preguntar dónde se encontraba la parada de buses cuando sintió que alguien la rodeaba con un brazo y le tapaba la boca.

El corazón se le detuvo de golpe y sus pupilas se dilataron, el aire también pareció cortarse en el camino a sus pulmones y la tensión se aplacó cuando vio de reojo a Ian.

-Camina -le ordenó con un tono que le causó pavor.

Bruscamente la dirigió a un callejón y la empujó contra la pared. Ella sintió un poco de dolor en la espalda; antes de quejarse él volvió a taparle la boca y la acorraló pegando su cuerpo al de ella.

De nuevo experimentaba esa sensación de miedo que Ian le había causado meses atrás, mas la agitada respiración del chico rozaba la piel de su mejilla y eso la tranquilizaba. Sentía el cálido aliento en su oído, casi como si le susurrara una canción, el deseo de gritar se esfumó y por un momento se sintió tentada de aproximar sus labios al cuello del muchacho.

Los sueños secretos de SophieWhere stories live. Discover now