Nueve.

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¿Nunca les ha ocurrido que un ajeno no deja de confundirlos?

A Sehun le pasaba.

Estaba confundido, a causa del piel morena que se sentaba en frente de él todas las mañanas. Ese que tenía un gracioso lunar a un costado de la nuca, cual él detallaba tal y como si fuera un botón por el que guardaba curiosidad y necesidad de oprimir. Ese que hablaba tan cariñosamente con la muchacha a su lado, Park Eunbin —por fin se había aprendido su nombre— cuando a él de broma lo saludaba, y también ese mismo que evitaba irse con su novio y él al salir, pero que cuando Kyungsoo se lo pedía, iba detrás acompañándole sin una queja.

Sehun estaba confundido, pero no era tonto, y por eso podía adivinar que Kim Jongin lo estaba evitando. E irónicamente, esa era la razón de su confusión. No recordaba haber hecho algo malo como para merecer ser tratado con tanto desdén, y tristemente, tampoco merecía reclamar el porqué. Se limitaba entonces, a intercambiar saludos o breves frases durante las horas de estudio o cuando por milagro, Jongin se sentaba con ellos para comer.

Le molestaba, le molestaba su forma de actuar tan callada, el giro de sus orbes perdiéndose en la distancia y el cómo pasaba los recesos solo en el salón, sin aparente ánimo para moverse de su silla, recostando el cuerpo en el mesón para reposar la cabeza en los brazos y cada tanto dormirse en estos. Y lo complicado del asunto yacía en que el chico de diecisiete años, mezclaba confusión con preocupación, porque estaba preocupado por Jongin, y lo que en verdad le molestaba era entrar al salón y verlo, plácidamente dormido en el pupitre del frente, viéndose por alguna desconocida razón guapo, bonito, o cualquier intermedio que pudiera dársele a estos dos términos. Su amigo Kyungsoo ya se había rendido, estando consciente de que aunque pasaran las semanas —contando  ya meses—, no iba a poder corregir a Sehun y tampoco iba a poder corregir a Jongin, quien se la pasaba durmiendo y divagando en el colegio porque debía ir al trabajo luego, salir tarde de este y estudiar a altas horas de la noche una vez llegara a casa hasta acostarse de nuevo tarde. Él conocía a los dos muchachos, y aunque todo el mundo le decía lo contrario, él insistía en que no habían cambiado nada. Porque además de sus necedades, seguía existiendo ese peculiar detalle que él pasó por alto en su pubertad y ahora sí tomaba en cuenta: se atraían, se llamaban la atención, volteaban a verse y sonreían despistados, a ignorancia para el otro y a obviedad para el resto. Así ambos intentaran ocultarlo y evitarlo por sus respectivas razones, había tensión entre los dos. Lo único que no era claro para Kyungsoo, era cómo Chanyeol no se había enojado o hartado aún por eso mismo.

—¡Muevan esos traseros! Aún les quedan tres vueltas más. —gritó el profesor de educación física a las ocho de la mañana, un jueves. —¡Oh! Te quiero más adelante, llevas seis metros atrás que todo el salón.

En esos segundos, Sehun estaba más molesto que confundido o preocupado. Si bien siempre había podido arreglárselas con el entrenador del equipo de voley, flojeando en la banca o pasando el agua, el profesor de educación física, Choi Siwon, se las cobraba todas. El tipo era un cuarentón con barba de tres días, el cual tendría un club de fans entre el alumnado por su cara de actor sino fuera porque era un tirano en la materia que impartía.

A pesar de eso habían unos cuantos que podían llevarle el ritmo, mismísimo ejemplo de ello era Park Chanyeol, que se peleaba la cabecera de la marcha alrededor de la cancha escolar con Choi Minho, sobrino del profesor y capitán del equipo de voleibol, más atrás llevaban a Choi Seungcheol, hermano del antes mencionado y ya después se extendía el grupo de chicos que mejor tenían aguante. Curiosamente Kyungsoo estaba entre ellos, con su pequeña contextura.

El sol mañanero bañaba los jóvenes cuerpos sin ocasionar molestia, no pasaba de ser cálido, y junto a la suave brisa, el ambiente se hacía agradable. Eso mencionaba Siwon mientras Sehun se repetía en la mente "agradable habría sido quedarme dormido en vez de sudar como un cerdo". Y harto de todo, el muchacho se detuvo, haciendo al supervisor arrugar su expresión.

CRUSH ✧ kaihunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora