14. Confesión.

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Pese a que no pasaban las 3 de la tarde, aquella zona algo distante del centro de la ciudad, tenía un aspecto fúnebre, no parecía siquiera una entrada sino un lugar olvidado por Dios.

El cementerio no era más acogedor que el aspecto de la misma entrada. Hacía mucho tiempo atrás que ese lugar había sido cerrado al considerarse un foco de infección enorme antes de saber que la enfermedad de Christal no era contagioso, por lo que el abandono de la zona era evidente; la inmensa reja ya había sido violada seguramente por delincuentes, por lo que la cerradura ya no cumplía su función. Los árboles yacían secos por la falta de cuidados y las lápidas ya eran muy poco visibles ante la inmensa maleza que se había apoderado del lugar.

—¡¿Christian?! — Gritó mientras se iba adentrando al cementerio. Esquivaba como podía las molestas hiervas, buscando evitar las espinas que acariciaban sus blancas calcetas cada vez que rozaba una planta.

No tardó mucho en encontrar a Christian, quién se encontraba frente a una lápida aislada de las demás, la única que parecía que no había sido olvidada.

—Christian, ¿por qué me citaste aquí? Este lugar es tenebroso.

—Este fue por mucho tiempo el cementerio principal, con tanto terreno alrededor se esperaba poder armar una zona de descanso que pudiera albergar el cuerpo de todas las personas de la ciudad. Era un buen plan viéndolo bajo la perspectiva del sentimentalismo, pues todos los cuerpos iban a estar juntos, ni la muerte podría separarlos.

—Sí, es triste que el proyecto no funcionara, pero eso no me responde Chris.

—Si funcionaba, pero los estúpidos gobernantes ignorantes al ir reconociendo la marca de la enfermedad y darse cuenta de que muchos infectados acabaron por ser enterrados aquí, decidieron cerrar el lugar y empezar a exterminar de manera diferente a los enfermos. Claro, todo eso antes de saber que sólo se pasaba por herencia la enfermedad.

Jazmín guardó silencio, acercándose por completo a Christian para poder observar mejor la lápida que estaba frente a él.

—Aquí está mi madre. Falleció cuando yo era apenas un niño. Tuvo complicaciones en el parto y murió al poco tiempo de dar a luz a mis hermanos. — Sonrió melancólico al recordar la última ocasión que estuvo con su madre. —Su última petición fue que cuidara de mis hermanos.

Jazmín no supo que responderle. Ella había experimentado la muerte de un ser querido; su hermano lo había sido todo para ella y se le fue arrebatado de una manera cruel, mas no podía comprender del todo los sentimientos de Christian.

—Lamento mucho tu perdida. Yo... sé que no es el momento pero esto sólo me refuerza la idea de que no sabes cuándo puede ser la última vez que se ve a una persona, así que necesito que en estos días me he dado cuenta de que tú me...

—Calla. — Respondió tajante sin siquiera mirarla. — No vengas a decirme que te gusto, no en este momento, no cuando aún no sabes toda la verdad sobre mí.

Jazmín sintió sus mejillas enrojecer entre una combinación de pena y vergüenza, sin saber cómo es que él había predicho tan fácilmente lo que iba a confesar.

—Ni la enfermedad de Christal ni la muerte de mi madre fueron una casualidad o una cruel jugada de la vida que no tenía remedio. Entre la unión de un inmortal y una humana privilegiada, iba a nacer un monstruo del cual fueron advertidos por un anciano, no sólo la mujer perecería, sino también el mundo en el que estaban. Tuvieron la opción de deshacerse de él antes de que fuera demasiado tarde, pero no lo hicieron, la humana tan estúpida quiso sacrificarse con tal de no fallar como madre.

Conforme hablaba, sus puños se apretaban y su voz comenzaba a temblar entre una mezcla de rabia y tristeza.

—No entiendo Chris, ¿qué quieres decir?

—Me refiero a que un anciano le dijo a mi padre que yo me convertiría en un asesino y mataría a miles de personas... Y ¿Sabes qué? Tenía razón.

Jazmín sintió un nudo en el estómago mientras retrocedía un paso casi por reflejo.

—Christian, no bromees así.

—Algunos buscan huir de su destino sin darse cuenta de que éste ya fue escrito y sus acciones sólo lo sellan. La enfermedad de Christal apareció debido a una maldición de un laberinto del cual escapó mi padre, mi nacimiento fue la causa de eso. Cuando mi padre me confesó la verdad, quise remediar mi error asesinando a todos los enfermos; si no había infectados, no habría herencia y con ello, la enfermedad desaparecería.

—No es verdad. — Negó Jazmín sintiendo que sus ojos se humedecían.

—Si la enfermedad continuaba, tarde o temprano todos morirían, era necesario que lo hiciera. El gobierno me contrató y desde entonces he asesinado a ancianos como niños, soy su mejor mercenario, especialmente cuando se trata de infiltrarse en colegios.

—No, tú no pudiste, mientes... Mientes. — Jazmín cayó de rodillas sintiendo que el aire comenzaba a faltarle, poco a poco todo comenzaba a cobrar sentido. Los asesinatos de sus compañeros ahora si encajaban con la llegada de Christian, y el por qué las fotos de su hermano aparecieron en el cuarto de Christian, también.

—Esto es lo que soy Jazmín, y a esto me dedico, lamento haber matado a tu hermano, pero esa era la única opción.

Su cerebro no pudo con tanto. La vista se le comenzó a nublar mientras las lágrimas caían por sus mejillas.

—Tú no lo hiciste, no... — Su voz temblaba mientras veía la figura de Christian cada vez más cerca de ella.

—Perdóname. — Fue lo último que escuchó de él. Después todo se oscureció.

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