10. Promesa

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—Arriba Chris, arriba —Repitió Jazmín mientras picaba con la punta del dedo al muchacho. Un leve quejido fue la única respuesta antes de taparse hasta la cabeza con la sabana.

—Empiezo a considerar que realmente faltabas a clases por gusto, ¡Arriba hombre!

—No molestes Jazmín, me dormí hasta las 4 de la mañana por estar pasando tus malditos apuntes, déjame dormir.

—Todo lo que hiciste ayer quedará en la basura si no vas a la escuela hoy, si no te gusta trabajar extra entonces no faltes ¿qué esperabas? ¿Qué los apuntes de tres días los harías en una hora?

—Vete.

—Tendré que sacar mi arma secreta contigo. —La joven se levantó de la cama y se fue directo al baño. Christian por unos segundos sintió una reconfortante paz y sentía que en cualquier segundo retomaría el sueño, hasta que una gran cantidad de agua le hizo levantarse de golpe, tropezando y cayendo directo al suelo de sentón.

—¡¿Qué demonios crees que haces?! —Lanzó una mirada asesina hacia Jazmín, misma que dejó a un lado la cubeta de agua que había preparado una hora antes.

—Tus hermanos me habían advertido de tu sueño pesado y tu terquedad, así que tú me obligaste a recurrir a esto. Vamos, vístete que iremos a la escuela.

—Joder Jazmín, son las 6 de la mañana —Dijo Christian al ver la hora en su celular, levantándose de mala gana. –Entramos a las 8 ¿¡Qué crees que haré en dos horas!?

—A quien madruga, Dios lo ayuda, así que por una vez deja de quejarte y ve arreglándote, el desayuno corre por mi cuenta.

Maldita mocosa infeliz. —Musitó con coraje mientras Jazmín salía de su habitación. Primero irrumpía en su casa, ahora en su cuarto y además lo levantaba desde muy temprano, sin duda quería hacerlo enloquecer. Él no era precisamente alguien que gustara de levantarse tarde pero desde que su hermana había sido internada, no había dormido nada bien. Extrañamente esa noche fue la primera vez que pudo dormir tranquilo, sólo dos horas pero tranquilo a fin de cuentas.

—¡El desayuno está listo! —Gritó Jazmín desde el piso inferior.

Christian al bajar vio en la mesa a sus dos hermanos aún en pijama comiéndose unos huevos revueltos en modo automático.

—¿Qué hacen despiertos? —Preguntó Christian.

—Jazmín nos despertó, dijo que debíamos desayunar algo nutritivo antes de ir a la escuela. —Respondió Paulo con un tono adormilado, hacía varios días que ni su hermano ni él iban a la secundaria en un acto de rebeldía, pero por algún motivo no podían negarse a lo que Jazmín les ordenaba.

—Vamos Christian, siéntate que los huevos se te enfrían. —Dijo Jazmín con inocencia, ignorando la corta risa de los gemelos que detectaron cierto albur en sus palabras.

Tras un almuerzo tranquilo, Jazmín acordó de llevar a los gemelos a la secundaria al escuchar el vago comentario de que era la hermana la que los llevaba, después alcanzaría a Christian en la escuela.

—Realmente no es necesario, yo puedo llevarlos.

—¿Igual que como lo hiciste siempre? —Preguntó Jazmín con cierto tono sarcástico en la voz. —Insisto Chris, no te preocupes, yo puedo llevarlos. Además su escuela queda cerca de mi casa así que puedo ir por unos libros que había olvidado.

Los gemelos no parecían molestos por tener que ir a clases, cada uno tenía su uniforme perfectamente ordenado, la mochila colgándoles en el hombre y con una actitud serena. "Esos demonios son unos profesionales" pensaba Christian al no escuchar en todo ese tiempo ningún reproche por tener que ir a la escuela ¿qué había pasado con su rebeldía de adolescente? Se preguntaba una y otra vez.

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