13. Un sentir

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—Chris, ya estamos listos.

Christian salió de su estado de meditación al escuchar a sus hermanos. No podía matar a Jazmín frente a ellos.

—Suban a la camioneta de papá, yo los alcanzaré en un momento.

—No te preocupes Jaz, estaremos bien. —Dijo Pablo creyendo que su partida era la causante de las lágrimas de la chica, ignorando por completo aquellos trozos de fotografía que se encontraban a sus pies.

Jazmín se limpió las lágrimas y dio un abrazo a los gemelos, dejando que estos partieran a donde Christian les había indicado.

—No quisiera perder contacto con ustedes, realmente me he encariñado con los chicos, necesito saber que estarán bien.

Christian se mantenía completamente serio, en sus palabras retumbaban aquellas órdenes "asesinar al último infectado de la institución". Apretó los puños y respiró profundamente.

—Realmente estaremos bien.

—Pero...

—Mañana —Interrumpió. —Despues de clases, búscame en el cementerio que está a las afueras de la ciudad, no tiene pierde, es el único cementerio que está justo por la entrada de la ciudad. Estaré allí, y te daré las respuestas que buscas.

Jazmín tragó saliva. Pese a que él solía tratarla de manera cortante, jamás lo había escuchado con un tono tan frío e inexpresivo, casi como si se tratara de una maquina.

—Estaré ahí, por favor, cuídate. —Se acercó al muchacho y le dio un corto beso en la mejilla. —Nos vemos mañana.

Christian se mantuvo quieto e inexpresivo, sin reaccionar a las acciones de Jazmín ni a sus palabras. Esperó a que ella saliera de la casa para recoger los fragmentos de las fotografías y guardarlas en sus bolsillos. Posteriormente sacó su teléfono y marcó al único teléfono que tenía guardado.

—"¿Qué ocurre?"

—Me llegó una amenaza de muerte, evidencia y ya una advertencia al dañar a mi familia, exijo el nombre del involucrado.

"Ahora mismo nos ponemos con ello".

—Quiero respuestas para mañana a más tardar.

"No será tanta la espera."

—Eso espero.

Y colgó.

Se dirigió a la camioneta de su padre donde sus dos hermanos ya se encontraban impacientes en los asientos de atrás.

—Necesito que se mantengan acostados bajo los asientos.

—¿Estás bromeando?

—Voy muy en serio, nadie debe verlos, así que agáchense de una maldita vez.

Los gemelos no se encontraban nada contentos de ser ordenados de esa manera, sin embargo aquel tono tan serio les causaba cierto temor en desobedecerle. Sin muchas ganas se pusieron bajo los asientos, buscando acomodarse de la mejor manera, emitiendo tenues quejidos ante la incomodidad.

—¿Y a donde nos piensas llevar? Esto más bien parece un secuestro muy extraño ¿papá sabe algo?

—Mejor cierra la boca Pablo, ¿en serio crees que ese inútil sabe? me pregunto si siquiera se acuerda que existimos.

Y empezó a conducir a donde sabía perfectamente que nadie los podría encontrar.

El amanecer se notaba diferente, un poco más triste, un poco más solo. Jazmín ya se había acostumbrado a su rutina de ir a la casa de Christian, preparar el almuerzo, ver a los gemelos felices. Ahora regresaba a tener que despertar, arreglarse, taparse la molesta marca que delataba su enfermedad e irse directo a la escuela sin escalas.

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