Día 45.

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Día 45.

Ese día me levanté más animado que de costumbre. Aprovechando que hacía un sol bastante bueno salí un rato a correr por la mañana, y aproveché para pasarme por una tienda de dulces y golosinas a la que siempre iba con Sam desde que éramos pequeños.

Nos pasábamos allí las tardes, eligiendo golosinas y pastas de todas las formas y sabores posibles. Discutiendo en que gastarnos el dinero que nos daban nuestros padres los fines de semana.

Pero ya no éramos unos críos, y ahora tenía yo mi propio dinero. Y tenía ganas de hacerle una sorpresa. Algo que le animara ese día.

Tenía ganas de hacerla un poco más feliz ese día.

¿Y me mejor que ir a su casa con una bolsa llena de golosinas y pastas para desayunar juntos?

Cuando me situé enfrente de la verja blanca de su casa con una rosa azul en la mano y la bolsa de papel marrón llena de dulces en la otra, dudé en llamar al timbre o enviarle un mensaje. Lo primero sería algo arriesgado teniendo en cuenta la cena que tuve con sus padres hacía apenas una semana. Así que me decidí enviarle un mensaje.

‘’ ¿Cómo regalarle una flor a otra flor?’’ Escribí mientras sonreía, apoyado sobre uno de los árboles que había al lado de casa de Sam. Rezando para que estuviera en casa.

Ella me respondió minutos después: ‘’ ¿Cómo entender tus juegos de palabras?’’

Sonreí al leerlo, y me apresuré a contestarle: "Tienes que saber que te amo demasiado, pero es que no sé amarte menos."

Me la imaginé a ella sonriendo al leer el mensaje, y sonreí yo también. Esperando su respuesta. Que no tardó demasiado.

‘’Tienes que saber que quiero verte, y no puedo remediar mi deseo de tenerte cerca.’’

‘’Mira por la ventana’’ Escribí como respuesta, bloqueando el teléfono segundos después, con la mirada fija en su ventana blanca.

Segundos después la vi aparecer por ella, y me sonrió. Le sonreí. Y entonces ella volvió a meterse dentro. Elevé una ceja, mientras seguía apoyado en ese árbol. Me llegó un nuevo mensaje.

‘’Voy a vestirme, espérame. Te amo. ’’

Cogí algo de aire al leer eso, y sonreí como un tonto. Como un tonto enamorado al fin y al cabo.

Y diez minutos justos después escuché como la puerta se abría, y de ella salía Sam. Con su pelo rubio esparcido por su espalda. Algo revuelto. Y una camiseta de las mías metida por debajo de un pantalón corto tejano.

Me mordí el labio al ver que iba con mi camiseta.

Y corrió hacia mí, situándose enfrente de mí. Saqué mi mano de detrás de mi espalda, revelando la rosa azul. Y vi como sus ojos se llenaron de entusiasmo. Segundos después la tenía colgando a mi cuello, mientras me dejaba besos por toda mi mejilla hasta llegar a mis labios. Le correspondí el beso con ansias, acariciando su mandíbula con mi pulgar mientras seguíamos con ese juego de lenguas.

Me obligué a mí mismo a separarme de ella para que pudiéramos seguir con la mañana que había planeado. Si no, nos quedaríamos ahí todo el día.

-¿Dulces y golosinas? –Pregunté, con una sonrisa pícara-

-¡¿De verdad?! –Exclamó, viendo el nombre de la tienda impreso en la bolsa de papel- Dios Leo, te quiero. –Me dijo, mientras volvía a dejar un beso fugaz en mis labios-

Los encantos de Sam (EN PAUSA)Where stories live. Discover now