Día 37.

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Día 37.

Cuando Sam me informó del día que tendría que ir a cenar con sus padres se me puso la piel de gallina.

Vale, les conocía. Desde bien pequeño que les conocía. Pero recuerdo bien una vez cuando su padre me dijo claramente ‘’El primer hombre que le haga daño a mi hija, ten por seguro que le arruinaré la vida’’ y no se me había olvidado. Eso se me quedaría grabado en la memoria para toda la vida.

Y si aparte de eso teníamos en cuenta que el padre de Sam era policía y que llevaba a cuestas constantemente una pistola, el bello se te erizaba más aún. El padre de Sam imponía, y mucho. Su cuerpo lo decía todo.  Y su madre no se quedaba atrás.

Una mujer esbelta, alta y rubia. Color verde en sus ojos, idénticos a los de su hija. Su cara estampada con varias arrugas, pero que perfectamente ocultaba con ese maquillaje de marca tan exagerado y esos perfumes baratos que llevaba siempre a cuestas.

Sam no se parecía en absolutamente nada a sus padres. Alguna vez casi llegué a pensar que era adoptada.

Pero en una cosa se parecían los tres, cuando se enfadaban, lo hacían. Y de verdad.

Y había presenciado alguna que otra vez ese genio muy propio de Sam. Y daba realmente miedo.

Nada más pensar en lo incómoda que sería la situación cuando estuviera delante de sus padres me daba ganas de meterme debajo de las sábanas y no salir nunca.

Pero por ella iba a hacerlo todo.

Ella sabía que yo nunca había mantenido una conversación más allá de los monosílabos con sus padres. Y que después de que su padre me soltara eso cuando tenía catorce años todos mis sentidos se pusieron alerta.

Me vestí con lo que vi más acorde con la situación.

‘’¿Camisa o camiseta?’’ Le pregunté a Sam por Whatssap. Ella me respondió rápidamente.

‘’Te diría que me encantas de las dos formas. Pero en esta ocasión es una camisa. Pero me sigues encantando igual’’

Sonreí al leer eso. Había elegido bien. Le escribí rápidamente otro mensaje.

‘’¿Qué llevas puesto? No puedo esperar más para verte’’ Tecleé rápidamente. Y segundos después me llegó una imagen. La abrí rápidamente.

Salía Sam con otro vestido. Esta vez se ajustaba a su cadera con un cinturón marrón, y era blanco. Sonreí al ver como sonreía ella en la fotografía hecha desde el espejo.

‘’¿Te gusta?’’ Preguntó después de eso.

‘’¿Sabías que tengo a la novia más preciosa del mundo?’’

‘’Y yo al novio más guapo del mundo’’ Contestó ella seguidamente, con un emoticono sonrojado.

‘’Nos vemos esta noche, no sabes las ganas que tengo de verte’’ Le escribí, con una enorme sonrisa.

‘’Yo también quiero verte, nos vemos después, te amo.’’

Bloqueé el teléfono después de ver eso, y me tumbé sobre la cama. Si perdía a Sam alguna vez en la vida no me lo perdonaría nunca.

Cuando estuve preparado bajé al recibidor para coger mis llaves y mis cosas personales. Era un palo no tener aún coche. No podía esperar más a cumplir los dieciocho. Pero de momento tenía que acostumbrarme en ir a pie a todos lados. Y en transporte público.

Los encantos de Sam (EN PAUSA)Where stories live. Discover now