Día 15.

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Día 15.

Creía que mi cerebro había sufrido un formateo inmediato hasta que vi a Lorena delante mío.

En ese momento me habría gustado tener un botón de "reset" como el que tienen algunas calculadoras.

Entonces miles de recuerdos del beso con Sam asaltaron mi mente. Atormentándome.

Estaba confuso, indeciso y algo asustado con el tema de mis sentimientos. 
Por un lado el cariño que le tenía a Lorena era palpable. Me caía bien, me lo solía pasar bien con ella pero no me llenaba para nada.

No sentía que era feliz, que lo tenía todo. Notaba que cuando estábamos juntos lo hacía por obligación.

Por otro lado, el beso con Sam me dejó más tocado de lo que había llegado a imaginar.

"Bésame"

Sam me había pedido que la besara. ¿Lo habría hecho sólo por curiosidad? Estaba realmente confuso.

Y lo peor de todo, es que ese beso me gustó.

La lengua inexperta de Sam, sus finas manos recorriendo mi pelo con timidez y sus mejillas sonrojadas me parecieron una tentación.

Pero una tentación venenosa.

Venenosa y adictiva a la vez. No podía volver a besarla, pero había soñado despierto con ese beso día y noche. Queriendo repetirlo aun sabiendo que Lorena estaba en medio de todo esto.

Di vueltas y vueltas en la cama durante todo el día. Mi móvil no paraba de sonar, y al final me cansé y lo apagué sin ni siquiera ver de quién eran los mensajes y las llamadas.

Me tumbé en mi cama, y me giré. Mirando a la pared. Me quedé así como una hora aproximadamente hasta que la puerta de mi habitación se abrió.

Escuché la voz de mi madre des del pasillo.

-¿Cielo, estás bien? -preguntó, a lo que yo asentí aun dándole la espalda, no muy convencido- No has bajado a comer...-Dijo en un susurro-

Me había llamado para bajar a comer, pero no le había contestado. Ella sabía que cuando hacia eso es que no me apetecía comer o que me pasaba algo.

Y en este momento era una mezcla de las dos cosas.

El sentimiento de culpabilidad me recorría por todo el cuerpo quedándose atascado en mi estómago y dándome la sensación de tener un agujero negro en ese mismo sitio.

Cuando noté como el colchón se hundía y vi la mano de mi madre acariciándome el pelo me relajé.

Si, a mis casi dieciocho años aún adoraba que mi madre me hiciese eso.

-¿Puedo ayudarte? -preguntó dulcemente, y no aguanté mucho más. Tenía que decírselo a alguien. Necesitaba un consejo-

-¿Qué harías si estuvieras con un hombre y ese hombre no te llenara por dentro? ¿Y que después te dieses cuenta de que otro hombre con el que no puedes estar te ha hecho sentir muchísimas más cosas que el hombre con el que estás? -Pregunté dudoso. Sintiéndome mejor después de habérselo dicho-

Dudó unos instantes mientras me acariciaba la nuca. Después dijo:

-Cariño, no pierdas el tiempo con una chica a la que no quieres pudiendo estar con otra a la que quieres de verdad. -Dijo, dejándome todavía más confuso-

Los encantos de Sam (EN PAUSA)Where stories live. Discover now