Prólogo

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El timbre sonó mientras me abrochaba el cinturón. Ajusté la hebilla sin dificultad, me pasé una mano por el pelo y anduve hasta ella para abrir. No me había dado tiempo a ponerme la camiseta, pero era algo poco importante. Iba a terminar desnudo, después de todo. Esperé con el labio bajo los dientes verlo con aquellos pantalones de los que me había hablado. Una cremallera en la parte de atrás. Nada más que un pequeño movimiento y su culo a mi disposición. Me moría por compensar ese mes que había estado en Nueva York. Pero Jin apareció frente a mí cogido de la mano de un chico que no me sonaba de nada.

—Lo siento —fue lo primero que dijo. Sin más. Sin apodos ni sonrisas.

—¿Te has enamorado? —me fijé en la forma protectora y posesiva con que se aferraban a la mano ajena. Él asintió, rascándose el hombro.—No hay nada que hacer entonces.

—¿No te molesta?

Me encogí de hombros. El chico solo me miró con sus labios transformados en una fina línea. Debía de estar preparado para atacarme si se me ocurría hacerle cualquier cosa a Jin. Pero no iba ni a tocarlo.

—Sólo era sexo, Jin.

—Es raro oírte decir mi nombre —rió. Después de un año, me hacía feliz verlo así, tan contento. Se soltó de la mano de su novio para abrazarme, cosa que respondí con fuerza.—Seguro que encuentras a otro mejor que yo, daddy.

—Vete antes de que me arrepienta.

Se echó hacia atrás con una carcajada. Se cogieron de la mano otra vez y agarré el picaporte para cerrar la puerta.

—Adiós, Jimin —dijo, sonriendo dulcemente.

Pues sí, era muy raro escuchar mi nombre de sus labios.

Después de sentarme en el sofá, cogí mi móvil para ojear por última vez y borrar todo lo referente a él. Había estado muy bien, siempre lo estaba, no había nada que me aburriera de este juego. Nada, excepto lo mal que actuaban algunos. Jin había sido quizá el mejor, con su cara, su cuerpo y su voz, pero era obvio que tenía veinte años y sabía muy bien todo lo que hacía.

Yo no tenía la suerte de que había encontrado a su pareja en sus clases de canto. El chico era un lienzo en blanco.

Me deslicé en el sofá y bufé.

Necesitaba alguien a quien corromper.

Un kitten inocente.

Escuchar un "daddy" que me asegurara que iba a ir al infierno.

Daddy ✧ JikookWhere stories live. Discover now