Capítulo 10.

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En lo que quedaba de clase Drake y yo seguíamos sentados juntos y hablando cada uno de su vida. Drake me conto que se vino aquí por el trabajo de sus padres. Cuando quise saber dónde vivía se limitó a decirme que no hacía falta que lo supiera, que él vendría a buscarme siempre que hiciera falta. Eso me hizo sonreír, ¿qué un chico viniese a buscarme no implicaba que fuera una cita? Eso me conto Selene. Cuando termino la clase y empezó la siguiente nos separaron, a veces en mitad de clase, miraba a Drake y le saludaba con una sonrisa, él siempre me devolvía la sonrisa, lo que me hacía sonreír más.

Cuando terminaron las clases insistió en acompañarme a casa, objeción que a Selene le hizo bastante gracia y ni siquiera se negó, empezó a andar por delante de nosotros y se perdió.

-¿Quedamos esta tarde? –Le pregunte.

-Claro, ¿a qué hora paso a recogerte?

-Pues a la que quieras, ¿vamos a la biblioteca?- le sonreí.

-Por su puesto. –me devolvió la sonrisa.

Cuando nos faltaba una manzana para llegar a casa me pare de golpe. No quería despedirme delante de Dessa, Etham y Evori con un beso. Dessa no lo admitiría, Etham reiría hasta no parar y Evori estaría incordiándome todo el día.

-¿Por qué paras? –me pregunto con el ceño fruncido y torció levemente la cabeza hacía la derecha.

-Para despedirnos.

-¿Pero tu casa no quedaba a una manzana de aquí?

-Sí, pero no quiero despedirme de ti delante de mi familia.

-Bueno, si tú lo dices. –Se acercó, cerré los ojos y puse morritos, espere el beso, pero el beso no apareció, abrí los ojos y Drake me miraba con cara asombrada.  

-¿No me ibas a besar? –Le pregunte mientras me echaba un paso hacía detrás.

-Te iba a dar un abrazo…

-¿Qué? –Dije casi sin creer lo que me estaba diciendo. Volví a dar un paso hacia atrás. –Tengo que irme. Adiós. –Di me di vuelta y con paso firme me adelante para llegar lo antes posible a casa, intentaba contener las lágrimas, pues Drake permaneció allí de pie mirándome atónico, lo veía todo por el rabillo del ojo. Seguí conteniendo las lágrimas hasta que cruce varias calles y vi que nadie estaba cerca, ningún sollozo salió de mi boca, simplemente las lágrimas me cubrían toda la cara. ¿Cómo puedo ser tan estúpida?, no quiere que ligue cono nadie, pero luego no me quiere besar. ¡ES INSOPORTABLE! No sé cómo pude fijarme en ese chico. Ahora estaba totalmente segura de que no querría volver a verle. –Ni en sueños- me dije. Seguí andando y llorando con la cabeza gacha.

Cuando llegue a casa, entre sin saludar y me dirigí a la habitación, antes de entrar Dessa se puso entre la puerta y yo.

-¿Qué pasa?

-Nada. –Dije, limpiándome el ojo con la manga de la sudadera.

-Llevas varios días llorando, no creo que “nada” sea lo que te pasa. –La palabra, nada, lo dijo mientras subía las manos y simulaba poner comillas con los dedos.

-Soy una chica de 17 años, siempre estamos llorando, hasta por “nada”. –Repetí la palabra, como ella había simulado.

-Daryene, no sé qué te pasa últimamente, estas muy poco receptiva.

-No te interpongas en mi camino. –Dije con tono amenazante.

-¿Me estas amenazando?- Su expresión rebelaba que no podía creer lo que acababa de decir.

Era verdad, últimamente estaba un poco receptiva, no sabía si era por mis sueños, por Drake, o por qué. Empecé a sentirme mal por haberle dicho eso a Dessa, pero no lo quería retirar, no ahora que estaba enfadada, apoye mi mano en su cadera y la empuje lentamente a un lado para poder pasar a la habitación. Cerré la puerta tras de mí. Me metí en la ducha sin ni siquiera pensarlo y me puse a cantar, era lo mejor que se me daba después de todo. Cantando mis penas disminuían. Repetía una y otra vez los versos que mi madre me enseño en el sueño.

La leyenda; Watterfall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora