Capítulo 5.

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El valle estaba precioso, andaba entre los árboles y los arbustos, mire mis pies e iba descalza, pero nada me hacía daño, las hojas caídas de los arboles me cubrían del suelo. Varias ramas de árboles estaban en mi camino y con mi mano las echaba hacia un lado, al final del sendero que seguía encontré un lago, dentro del lago una mujer medio desnuda me esperaba, sabía quién era.

-Mama.- Mi voz sonó distante, como si el eco me la arrebatase.

Una bella melodía salía de aquella bella mujer que nadaba en el lago, solo veía su torso desnudo y su gran melena ondearse con el agua, una melena dorada y muy larga. La bella mujer, empezó a cantar una canción a medida que me iba acercando al lago.

La bella mujer seguía cantando, repitiendo una y otra vez los mismos versos. A medida que me acercaba ella también se acercaba a mí.

Estaba metida en el lago, nadando junto a la bella mujer, mientras juntas cantábamos esa bella canción. Nos acercamos a una roca y nos apoyamos, mientras la mujer me acariciaba el pelo me cantaba la canción al oído. Todo lo que creía o pensaba en ese momento desapareció, solo escuche el cantar de la mujer en mi cabeza.

“Una flecha de Cupido vi mi pecho atravesar y ya nada me consuela como mi marino audaz. Venid ya, bellas doncellas, no importa quién seáis, si amáis a un marinero que va surcando el mar. Una flecha de Cupido vi mi pecho atravesar, y ya nada me consuela como mi marino audaz”

El tiempo pasaba, pero no era aburrido, era precioso escuchar todo el tiempo esa canción me hacía sentir bien.

El cielo empezó a oscurecer y los arboles volverse negros, me volví para observar a la mujer, que me miraba fijamente con unos ojos tan azules como los míos, era como mirar mi reflejo, se parecía tanto a mí. La mujer tan bella se acercó a mi oído.

-Te quiero. –Me dijo y fue lo último que escuche de esa mujer tan bella.

Y todo se volvió oscuro.

El despertador empezó a sonar y casi ni le escuche. Abrí los ojos y vi en la puerta de mi habitación a Etham, Dessa y Evori mirándome atentamente.

-Daryene. –Me dice Dessa.

-¿Si? ¿Qué pasa?

-No has gritado en toda la noche.

¿Qué, de verdad no había gritado? Y ahora que lo pensaba mi sueño había cambiado, era otro totalmente, pero ¿por qué? ¿Por qué después de casi diez meses había cambiado ahora? Poco a poco empiezo a recordar el sueño entero y digo… ¿mama? ¿La bella mujer acaso era mi madre? Pero era un sueño muy extraño, estaba medio desnuda y nadábamos en un lago que nunca había visto. Esto es más desconcertante incluso que el antiguo sueño. Dessa tenía razón a veces es mejor lo bueno conocido que lo malo por conocer. ¿Qué se supone que tenía que hacer ahora? ¿Se lo tendría que contar a alguien? Mejor no hacerlo, si le cuento a Evori, Etham o Dessa que he soñado con la que creo que es mi madre se pondrían demasiado tristes y no podría hacerles eso de nuevo. 

-¿Qué? –Intento disimular. -¿Y por qué?

-Eso mismo nos preguntamos nosotros. –Me contesta Etham.

-Puede que la memoria este volviendo y por eso ya no tienes esa pesadilla. –Me comenta Dessa.

-No puede ser, por que no he recordado nada nuevo. –Y en parte era verdad, el sueño ni siquiera sabía si era verdad y sinceramente era demasiado raro para serlo.

-¿Has soñado alguna otra cosa? –Me pregunta Dessa.

-No, ni siquiera recuerdo haber soñado con algo.

La leyenda; Watterfall.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora