Seguimos besándonos. En un momento, el chico se deshizo de mis pantalones y yo de los suyos. Había un bulto considerable bajo el calzoncillo.

-¿Tienes protección?

-Glenn me dio uno. -respondió sacando un preservativo del bolsillo delantero.

Ambos nos quedamos mirando el plástico sujeto por el chico.

-Si no quieres no tienes por qué hacerlo. -me dijo mirándome a los ojos.

Respiré hondo. Estaba nerviosa, muy nerviosa. Tenía ganas, lanzarme y disfrutar junto a él, pero tenía miedo y no encontraba el motivo.
Quité el flequillo que le tapaba la herida y lo puse detrás de su oreja.
Se lanzó a mis labios de nuevo. Bajó por el cuello y pecho hasta llegar al vientre. Mi espalda se arqueaba y mi piel se erizaba al tacto de su boca. Sus manos fueron a mi ropa interior y fue bajándola hasta sacarla de mis piernas.
Sentía vergüenza, pero en el fondo lo disfrutaba.
Acarició mis piernas hasta llegar a la entrepierna. Me miró de arriba a abajo. Me puse boca abajo por la presión del momento. Se acercó a mí oído mientras agarraba mi culo y susurró con su voz ronca de recién levantado:

-No tengas vergüenza.

Le miré a los ojos, tenían un brillo especial. Alcancé su bóxer con el dedo y mostré una pequeña sonrisa pícara, con ambas cejas en alto. Río y me besó de nuevo. Acarició mi mejilla y me dijo un 'te quiero'. Ahora sí, bajé su ropa interior y me topé con su miembro erecto. Se colocó el preservativo en un abrir y cerrar de ojos. Antes de nada, me metí bajo las sábanas, pues me había quedado fría.

-No hagas mucho ruido. -dijo con sus labios a centímetros de los míos.

Poco a poco, lo hizo. Me dolió y solté un pequeño quejido.

-¿Estás bien?

-Eres un bestia.

-¿Te he hecho daño?

Asentí.

-Un poco.

-Lo siento. -dijo besando mi frente.

Mordió mi oreja y reí. Bajó al cuello y fue dejando mordiscos, mientras yo intentaba no soltar ningún quejido. Enredé mis dedos en su pelo y le acerqué más a mí mientras volvíamos a intentarlo.
La cosa se fue calentando. Dejé de lado el dolor para centrarme en él y en mí. Sólo éramos nosotros.

-Carl... -dije con la respiración agitada.

-Shh... -me calló con un beso.

Mordí labio y gruñó. Al poco tiempo el chico cayó a mi lado tomando aire y sonriendo como un bobo. Colocó su mano derecha bajo su cabeza y con el otro brazo me acercó a su cuerpo.
Me coloqué mirando hacia él y acaricié la zona de sus clavículas. Conté los lunares de su torso mientras él me observaba a mí. Seguíamos desnudos bajo las sábanas.

-¿Estás mejor?

-Sí. -contesté con las mejillas coloradas.

-No me refiero a eso.

-Preferiría no hablar del tema.

-Por mucho que intentes evitarlo, no se arreglará. -me miró con los ojos brillantes.

-He callado más muertes. -respondí.- Y peores.

-Es que... te veo apagada. Y no me gusta para nada.

Se había formado un nudo en mi garganta. Sabía que si hablaba, rompería a llorar, y no quería llorar.

-Llorar no es malo. -dijo como si acabara de leerme el pensamiento.- Sé que no te gusta, a mí tampoco, pero no es malo. -acarició mi pierna.

Everything's going to be okay. II | Carl Grimes. |Where stories live. Discover now