Viaje y llegada

357 25 35
                                    

UN ZOMBI EN EL SIGLO 23

CAPÍTULO 1: Viaje y llegada.

Me pongo a escribir estas notas debido a mi situación. ¿Mi nombre?, no importa. Solo diré que era un soldado de una base de un país que prefiero no mencionar.

¿Recuerdan esas películas donde mandan soldados súper especializados y de riguroso entrenamiento hacia el futuro por medio de diversos aparatos tecnológicos?, pues bien, todo eso es falso... Perdón, quiero decir que una cosa de todo eso es falso: lo del GI Joe con más entrenamiento que Yuri Gagarin.

En la vida real para ciertos experimentos que parecen ser sacados de novelas baratas, se usan simples soldados que no tienen nada de extraordinario. Claro que nadie participa a punta de pistola en tales disparates; el voluntario se ofrece por una semana de franco (previa firma de un documento de confidencialidad). Créanme, la vida de un soldado es muy dura y uno puede firmar lo que sea por una semana de vacaciones.

Mi persona fue enviada al futuro, al siglo XXIII, o como prefiero escribir: siglo 23.

¿Qué si mi ropa desaparecía igual que en las películas del soso Hollywood? Pues sí y no. Verán, cualquier material biológico que no esté vivo se resiente con el viaje en el tiempo. Me refiero a que toda mi ropa quedó como si hubiese perdido la madre de todas las guerras contra las polillas y la acumulación de pelusas; mi pequeña arma de reglamento y mi cuchillo: oxidados; mis botas, como si hubieran pasado por un ciclo de reciclaje de caucho por milésima vez.

En cuanto a mi cabello, pues bien, el cabello al fin y al cabo no es materia viva, son solo células muertas que no paran de crecer (excepto en los calvitos), claro que se dañaron un poco, digamos que un estilista seguro se hubiera desmayado al ver cómo queda uno luego de viajar por el tiempo; lo mismo se aplicó a mis cejas y pestañas; ¿Vello corporal?, igual de maltratado; y estoy seguro que se están preguntando por mi macho pelaje en otras partes, pues ese es un tema privado y no pienso compartirlo con nadie, y no me refiero a los pelos que me salen de las axilas o la nariz.

¿Cómo me di cuenta que "ya no estaba en Kansas"? Fácil, leí los titulares de los periódicos. Estaba metido hasta el culo, en el siglo XXIII, perdón, siglo 23.

Sí, en el futuro la gente sigue usando el periódico (chúpate esa, noticias por internet).

Tranquilos, tranquilos, a todos los ecologistas puedo asegurarles que no se utilizan más árboles para la fabricación de papel ni tintas o cualquier cosa que dañe el medio ambiente para la elaboración de los periódicos del futuro.

Todo es sintético, de hecho, demasiadas cosas son sintéticas. ¡Albricias para los ecologistas! Ya no se usan derivados del petróleo para confeccionar la ropa (que bien, ya no tendré que preocuparme de "La bomba que desnuda").

Perdón, la anterior referencia era a una película de comedia de los buenos ochentas. La mejor época para ser niño.

Ya no se usa más la buena gasolina en los automóviles, y toda forma de generar energía como la fisión nuclear, eólica, solar y demás, no existen. Incluso las que prometían mucho a principios del siglo XXI, maldición..., siglo 21. Me refiero al litio, por bacterias, biomasa de caña de azúcar u otras, geotérmica, etc.

Entonces ¿qué es lo que se utiliza? Pues la energía de la amistad, como en los dibujos animados de esos bonitos ponis.

¡Mentira!, todo es gracias al milagro de la fusión nuclear. ¿Que cuál es la diferencia entre fisión y fusión nuclear? Pues... ¡Oigan no se los voy a decir todo, investiguen en el internet, no sean flojos!

En fin, vayamos como toda ave: al grano.

Paseándome andrajoso por las calles del futuro, pude observar con espanto que todas ellas estaban muy limpias. No, no era eso lo que quería decir, perdón, era lo otro.

¡Zombis!

Sí, los buenos zombis de George A. Romero. Los clásicos zombis lentos y no los de principios de siglo 21, más rápidos que Usain Bolt y que brillan..., perdón, esos son vampiros..., que estupidez, vampiros que brillan. Que yo recuerde ni D de Vampire Hunter D; ni Alucard de Hellsing, brillaban. En serio, en occidente deberían ver más animes y leer más mangas.

Volviendo al asunto. ¡Me encontraba rodeado de zombis! Viendo que no tenía escapatoria, podría haberme quedado quieto y morir, ya saben, entrar en estado de conmoción, no obstante, recordé esa película de los noventas: La noche de los muertos vivientes. Así que les empujé y salí del apuro.

Qué curioso, el estado de conmoción vino después de que me encontrara a salvo.

Unas manos me sujetaron con firmeza, por fortuna estas eran de personas normales (vivas, se entiende). Puesto que estaba en estado de conmoción no podía hablar y mis movimientos al caminar eran espasmódicos. Así que, encontrándome en tan lamentable estado y sin olvidar el hecho que estaba vestido con harapos que apenas se sostenían por sí mismos, fui confundido con un zombi.

No, no es para reírse, bueno sí lo es, sin embargo, pónganse en mis zapatos (zapatos rotos, zapatos rotos, con esa facha ¿a dónde vas?).

Que buenas canciones de los setentas, pero basta de canciones de la época de mi padre..., viejo mi querido viejo...

¡Basta de canciones de Piero y otras remembranzas, que el asunto aquí a tratar es serio!

Personas desconocidas me llevaron a un lugar que no estaba muy alejado por lo que fuimos a pie, era un edificio con una arquitectura contemporánea, de hecho, todos los edificios lo eran, parecía estar en Brasilia, la capital de Brasil..., ¡que no!, Rio de Janeiro no es la capital de Brasil ni el "rey" Pelé, es el soberano de ese país, joder.

CONTINUARÁ...

Un zombi en el siglo 23 (de Bolivia para el mundo)Kde žijí příběhy. Začni objevovat