Capítulo #16 - El hechizo y la piedra

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 —¡Herrmanis! ¿Qué haces aquí? ¿Has venido a ver a la abuela?

—Si, ¿dónde está ella?

—Hace sus oraciones de la tarde en el patio trasero. No la interrumpas o puedes salir herida, ya lo intenté una vez, y me hizo crecer pelo en todas las manos.

—¡Dile que es urgente!

—¡Abuela Chandra! —gritó Jake mientras desaparecía por el patio trasero. Aquata entró a la casa y comenzó a observar los alrededores. La mayoría eran cosas viejas, tenedores, cristales, caracoles y conchas. No había nada que le dijera donde conseguir la piedra de la fertilidad, ni como sacarse el hechizo de encima.

—¡Oh, Aquata! ¡Qué bueno que has venido! —exclamó—. Justo ahora iba a entrenar a tu hermano.

—¿Entrenarlo?

—¡Si! Había desarrollado sus poderes mágicos pero no sabía como usarlos. Ha tenido de asignación el controlar una hoja levitada por más de un minuto.

—¡Suerte con eso! —contestó Aquata de mala gana. No se imaginaba de ninguna forma a su hermano levitando una hoja, y mucho menos se lo imaginaba con algún poder mitológico. Era completamente extraño para ella el hecho de que toda su familia tenía poderes, y jamás lo habían traído al tema. ¿Tan malo era el secreto que escondían?

—Abuela, necesito que me ayudes con la piedra de la fecundación.

Chandra dejó caer un plato al suelo, y le dirigió una tenebrosa mirada.

—¿Quién te ha dicho eso?

—Mi padre, y Atlantis la necesita o lo matará. Yo no quiero que el muera.

Chandra suspiró. —Bueno. . . no he tocado este tema, tu sabes, en un tiempo.

Aquata jugueteaba con la cremallera de su chaqueta. —¿De qué hay que hablar? ¿Es difícil hablar de algo para mejorar otro algo que pone en peligro la vida de una persona a la que amas?

Chandra se dejó caer en su asiento. —Ha sido muy difícil para mi guardar silencio. No lo imaginas. Pero te amo, lo sabes ¿verdad? Todo lo hice por amor.

Aquata miró hacia afuera. —Si lo sé, —dijo.

—Mira —dijo finalmente—. Puse el hechizo porque amo mucho a tu padre, a George. El es una buena persona a pesar de todo. Y puse la piedra en tu piel. Por tu sangre fluye su poder. La única forma de que sea activada es que tu concibas un hijo.

—¡Abuela, soy una niña! —graznó Aquata, levantándose—. Solo tengo 17 años, imposible que tenga un hijo a esta edad. ¡No es posible! ¿No hay otra cosa que sustituya la piedra?

—Si, hay algo que puede que sea completamente imposible.

—¿Qué es? —Aquata se inclinó hacia delante en su silla.

Aquí va, pensó Chandra.

—Se dice que si un hombre le declara amor verdadero a una sirena, los corazones que una vez fueron fríos se llenarán de gozo y regocijo, y la magia surgirá nuevamente.

—Abuela ¿cuál es tu idea?

—Debes. . . —susurró Chandra pensando no decir algo de lo que se arrepentiría—. Debes hacer que Andrés se enamore de ti.

—¿Cómo?

—Deshaz el hechizo besándolo, y intenta enamorarlo. Deberás estar segura de lo que haces, nada puede salir mal.

Aquata se levantó de la silla y caminó hacia el porche trasero, pasando sus dedos a través de su largo cabello rubio sucio. Un flash de blanco se asomo a través. Era su hermano, Jake, corriendo alrededor del patio con su balón de fútbol.

Aquarius - Una saga de sirenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora