Capítulo 6.

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Eran exactamente las tres de la madrugada cuando el pelilargo se encontraba contemplando la luna en el pórtico de su casa. ______ al fin se había dormido luego de horas y horas de tanto suspirar. ¿Pero él? Él no podía pegar un ojo. Al igual que la pelinegra, no podía quitar de su mente la voz de su hijo; de su pequeño siendo lastimado o torturado. Jamás pensó que aquellos a los que alguna vez llamó familia, hoy estarían haciendo sufrir a los que en verdad ama.

Sacó del bolsillo de su abrigo un relicario que dentro contenía una fotografía de _____ y él, de cuando eran niños, y otra de ella ya mayor, que por cierto se la había enviado Vernon. No pudo evitar suspirar de nuevo mientras acariciaba ese objeto con anhelo. Pensaba dárselo a su pequeño en su cumpleaños número cinco, pero ahora no podía dejar de temer en que ese día jamás llegara. Mataría hasta el último Mikage si algo le llegaba a pasar a Mino, lo había jurado con sangre frente a la mujer que ama y sus amigos la noche después de que se llevaran a su hijo. Era consciente de que quizás podría morir en el intento, pero nada importaba más que su familia.

Regresó rápidamente el objeto a su abrigo cuando oyó la puerta, detrás de él, abrirse lentamente para no hacer mucho ruido. Sonrió apenas cuando vio que se trataba de Vernon y liberó el aire de sus pulmones dejando que su mirada se perdiera una vez más en la desolada calle frente a su casa.

—¿Todo bien? —preguntó el menor, sentándose junto a él, esperando que su pregunta no haya sonado muy estúpida.

El otro a su lado solo bufó algo divertido y desganado a la vez y hurgó en los bolsillos de sus pantalones hasta dar con un paquete de cigarrillos. Luego de dar un pequeño golpe a la caja para que los finos tubos se acomodaran dentro de ella, sacó uno con sus labios y le tendió el paquete al castaño de rizos mientras tomaba el encendedor, acercando la llama a la punta del tabaco.

Vernon soltó una mueca ante su respuesta silenciosa y tomó uno, llevándolo a sus labios para luego recibir la llama que le ofreció el mayor.

—Esto es una mierda —soltó frustrado, luego de darle la primera calada al cigarro.

Ren lo miró sin saber exactamente qué decir. No hacía falta aclarar que estaba de acuerdo con él. Sin embargo, ya no quería pensar. Quería disfrutar del vicio que había adquirido hace algunos años luego de "regresar de la muerte", y olvidar todo lo demás hasta que éste se quemara hasta la colilla. Ansiaba desesperadamente poder encontrar el escondite de los Mikage e ir él mismo por su niño. Quería que sangre corriera solo por el hecho de atreverse a arrebatarles a ese pobre ser que nada tenía que ver en esta guerra. Debió haber pensado en su familia antes y matar a Aron en el momento en que le hizo aquella amenaza. Si no lo hubiera visto... si tan solo hubiera sido más prudente, su mayor ni siquiera se habría enterado que seguía con vida y tal vez, solo tal vez, se hubieran olvidado de ______ cuando escapó de ese infierno.

—Ya para, hombre. De tanto fruncir el cejo, tus cejas se convertirán en una —bromeó Vernon y apretó su hombro para calmarlo. No había dejado de observar sus expresiones en ningún momento y sabía que, tanto él como todos, no podía dejar de pensar en Mino.

—Es que... todo se me está yendo de las manos —gruño molesto.

Lanzó el cigarrillo a medio fumar en la nieve y dejó que ésta lo apagara mientras él se llevaba ambas manos al rostro. Apretó sus ojos con fuerza cuando estos comenzaron a arder y mordió el interior de su mejilla para evitar que las lágrimas escaparan. Era un hombre y jamás se avergonzaría por tener ganas de llorar, menos si la causa de eso es su primogénito, pero no quería hacerlo aún. Se había prometido liberar toda esa ansiedad, frustración y dolor cuando lo tuviera en sus brazos y entre los de ______, sano y salvo.

Por Venganza (Nu'est) -3° Parte-Where stories live. Discover now