Saoirse, capítulo 4

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Cuando el sol del primero de Septiembre entró por las por las grietas de la antigua puerta, la mirada de Urania era iluminada al igual que sus notables ojeras. Habían pasado solo 2 días desde la muerte de su pequeña hermana. No podía dejar de recordar como en un abrir y cerrar de ojos había perdido a la única familia que le quedaba: una huyendo y la otra en el cielo. Ahora sabía que sólo quedaba una cosa por hacer.

Forage, al igual que ella, no había dormido. Él conocía esa mirada a pesar del poco tiempo que llevaba conociéndola. Sabía que Urania se iría y no volvería hasta hallarse. Él ciertamente lo comprendía, más la negación de ser abandonado por su amiga lo entristecía.

Urania giró, topándose con la mirada intranquila de Forage. A pesar de encontrarse en silencio, ambos podían imaginarse en qué estaban pensando. Al tiempo en el que Urania se ponía de pie, Forage se acercó a ella con pasos suaves para no despertar a su abuela. Tomó la mano de la muchacha y la observó a los ojos. Él podía sentirla, podía sentir la frialdad en los ojos marrones de la muchacha.

- No lo hagas - susurró Forage - Saoirse, entiendo tu dolor, yo también perdí a mi familia. Pero por favor no nos dejes. Te hemos dado este hogar, es tuyo también.

Urania agachó la mirada intentando mantener la calma. Sus ojos hinchados apenas podían notarse.

- No puedo quedarme, Forage, lo siento - susurró - Pero no es por qué no lo desee. Es necesario que me vaya, tengo algo que hacer...

- ¿Buscarás a alguien, verdad? - dijo el muchacho llevando una de sus manos para tocar la mejilla de ella. Urania lo observó sorprendida ¿Cómo lo sabía? - te he visto buscar a alguien con la mirada cada que íbamos a la plaza - susurró antes de que ella pudiese preguntar.

Los dedos de Forage se deslizaron por las mejillas de la joven.

- Si no puedo hacer que te quedes, déjame ir contigo.

- ¡No! -gritó en voz baja Urania - ¿Estás loco? Tu abuela te necesita...

Forage agachó la cabeza con tristeza. Desde los 5 años, luego de que sus padres fallecieran, él había quedado al cuidado de su abuela. La decisión era muy complicada, pero su corazón había aprendido a amar de una manera diferente a la joven que tenía frente a él. Un amor que lo impulsaba a abandonarlo todo con tal de seguirla.

Agnes se movió entre sueños, provocando que ambos jóvenes desviaran la mirada en silencio. Al pasar unas horas, Agnes se hallaba sentada frente al fuego de la chimenea bebiendo algo de color oscuro. Urania se encontrada a su lado observándola con interés. Aquella anciana, luego de enterarse de la decisión de Urania, empezó a hablar sobre los pueblos cercanos y como llegar a ellos. Urania se sentía realmente agradecida con tal acto. Era difícil dejarlos, pero debía hallar a su hermana, esa era su prioridad.

Luego de comer la última sopa en la casa acompañada de Forage y Agnes y de colocar las últimas flores sobre la tumba de Kaitlyn, Urania tomó las pocas cosas que tenía y se dispuso a despedirse. Beso la mejilla de la anciana y sonrió. Agnes la abrazó como si fuese una hija más y, al separarse, se sacó un anillo de plata grande con una piedra azul algo opaca de su dedo anular.

- Llévalo contigo - dijo ella - Te guiará si pierdes el camino.

- Gracias - alcanzó a decir Urania para luego pararse frente a Forage.

Él la miró indeciso. Realmente no quería que se vaya, ni ella quería irse de su lado, pero era lo correcto. Con un abrazo que pareció eterno, ambos jóvenes ocultaron sus rostros y se desearon un buen futuro.

Urania se separó y emprendió su rumbo, bajando cuidadosamente por el camino de rocas que llevaba al pueblo.

Agnes y Forage la observaron perderse en la bajada. El muchacho giró y caminó hacia la puerta de su casa. Su abuela lo observó en silencio mientras una sonrisa se formaba en sus labios.

Saoirse ForittDonde viven las historias. Descúbrelo ahora