Saoirse, Capítulo 3

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Los ojos marrones de Urania Smitt se abrieron lentamente. Poco a poco, la luz se unía a sus pupilas las cuales, tras pasar unos segundos, comenzó a mover de un lado a otro analizando lo que ocurría. Lo primero que observó, fue el lugar: unas paredes de madera viejas con un techo no tan alto sostenido en columnas a cada lado, una puerta que apenas cubría el espacio que debía, dejando algunos huecos por donde entraba el viento del frío invierno. Se hallaba en una cabaña humilde de ambiente templado producto del fuego de una chimenea puesta en una esquina. Urania paseó la mirada mientras sus recuerdos se iban procesando, como si de una máquina encendiéndose se tratara. Recordó entonces cuando huyó de su hogar rumbo al bosque, el estado de sus hermanas, la muerte de Gael y lo que le había hecho a aquellos hombres... Sus ojos se abrieron de par en par ante el último recuerdo. Se sentó de golpe obteniendo una vista más amplia del lugar. La luz de la chimenea alzó una silueta oscura frente a ella que la hizo retroceder de manera brusca, golpeándose la cabeza con algo que, parecía flotar en el aire. Un par de ollas se movían de a pocos de un lugar a otro sin ser tocadas. Urania abrió los ojos con sorpresa. Su boca se hallaba seca, no podía gritar, no podía hablar. Aquello era ciertamente imposible pero ¿Qué tan posible podía ser algo luego de lo vivido?

- No, tranquila.

Escuchó mientras se giraba anonadada. La silueta se acercó, haciendo más visibles las facciones del muchacho. Sus cabellos dorados y ensortijados se iluminaban con la luz tenue del fuego moviéndose con el viento. Sus ojos apenas podían distinguirse entre el color oscuro, pero llevaban un extraño brillo. Urania se quedó quieta observándolo con confusión, como si buscara en su mirada alguna extrañeza por lo que ocurría.

- Soy Forage, Forage Murphy – apresuró a decir el muchacho extendiendo su mano hacia ella – No tienes de qué preocuparte. Estás en mi hogar junto a mi abuela. Te encontramos junto a una niña, ella...

Pero Forage no pudo terminar sus palabras. Urania giró su cabeza bruscamente buscando con su mirada el cuerpo de su hermana.

- Tranquila – habló él alejándose un poco – Ella está bien. Mi abuela y yo hemos estado cuidando de la pequeña. Puedes verla aquí – dijo señalando una cama algo pequeña en una esquina oscura.

Urania se levantó. Tocó su cabeza una vez más para luego girar en dirección a las ollas. Era increíble, pero había algo más importante ahora. Caminó en dirección a la cama. El cuerpo apenas visible de Kaitlyn se hallaba recostado. Estaba sumergida en un profundo sueño como la última vez que la observó. Urania se sentó en silencio a su lado y acarició los cabellos de la niña al igual que su mejilla ahora tibia. La luz tenue de una vela se acercó flotando en el aire hasta reposar en una pequeña mesa al lado de la cama de Kaitlyn. Urania siguió con su mirada atentamente el viaje de aquel objeto inanimado con sorpresa y no miedo. Forage se acercó con una sonrisa, observando maravillado a la muchacha. Parecía disfrutar el enseñar aquel fragmento de magia. La muchacha tenía diversas preguntas sobre ellos, más un suspiro proveniente de los labios de su hermana hizo que recuperara la cordura. Se giró y la observó. El rostro de Kaitlyn había recuperado su color.

- ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? – habló Urania por primera vez sin dejar de acariciar a su hermana. De rato en rato se giraba a observar la vela.

- Te encontramos hace un par de días en el bosque junto a ella – dijo Forage con una sonrisa- Hemos cuidado de ustedes. Mi abuela es una reconocida sanadora. Ella cura a los demás de diversas formas...

- Es una bruja – interrumpió Urania levantando su mirada hacia el muchacho.

Forage la observó con sorpresa. Aquella palabra, por muy normal que fuese para él, había sido tergiversada en maldad.

Saoirse ForittDonde viven las historias. Descúbrelo ahora