el frio amor del Alfa

Caminaron a paso lento mientras hablaban de ellos, conociéndose mientras transcurrió el tiempo, pero a medida que acercaban a su destino el lobo temía, temió por su pronta separación, le encantaba la forma en que los copos danzaban a su alrededor sin tocarla si quiera, la melodía de su risa definitivamente era su favorita en el mundo, y la manera en que brillaban sus ojos cuando reía era simplemente hermosa. Así que tratando de alargar un poco más su cercanía le pidió que lo acompañara a su manada, ella acepto después de todo conversar con el había sido lo más divertido que había hecho en años, las otras hadas eran algo, como decirlo....creo que aburridas, si aburridas y rígidas, en cambio él era tan gracioso y cálido.

A unos pasos de lo que era la manada ella detuvo sus pasos, el volvió su mirada a su delgada figura, ella estaba asustada, lo había olvidado por completo, la barrera que protegía su manada mantenía un siempre cálido clima primaveral

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-como la nuestra!- exclamaron ambos niños con ojos brillantes, solo para que el mayor los viera con reproche - perdón- volvieron a hablar a unísono, el mayor solo suspiro para proseguir con su lectura , definitivamente este par no tenía remedio

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Él se acercó y restregó su pelaje contra las azuladas ropas de la chica, ella acaricio por última vez su cabeza, para luego abrazarlo, ninguno quería separarse del contrario, pero ella no podía vivir en el calor, y el no sobreviviría en el frio, no por mucho tiempo al menos. lo vio alejarse hasta atravesar la barrera, tras la cual tomo la forma de un apuesto joven de cabello negro y ojos verdes como el césped, ella se despidió agitando su mano, él no lo resistió, corrió nuevamente hacia ella tomando una vez más su forma animal y se arrojó a sus brazos, ambos cayeron, y ella lo abrazo nuevamente , tanto como pudo, cuando lo soltó lo vio con los ojos inundados de lágrimas, ellos ya lo sabían, no podrían permanecer mucho tiempo separados, la luna los había unido, pero aun así, no podrían jamás vivir juntos, sus lágrimas se desbordaron convirtiéndose en pequeños cristales redondos que hacían un pequeño ruido al caer en la nieve, él se lamentaba en su interior , sabiendo que jamás podría acariciar la suave piel de su amada sin lastimarla, pero aun si lo único que les esperaba era tristeza no podían dejar al otro.

Se despidieron ese día con la promesa de verse al día siguiente, y el que le seguía a ese, y así lo hicieron por días, semanas, meses, años, un amor tan cálido como el sol, y a su vez tan solitario y frio como el hielo, pero aun así eran felices a su propia manera. Al menos así fue hasta aquel día, su manada necesitaría algún día a un nuevo líder, y el no podría tener hijos.

-ya se los dije!- alzó la voz frente a su beta y subordinados - yo no tendré hijos con nadie más que con ella!!- grito furioso por la propuesta de los otros

-pero, ella no tiene que enterarse, entienda, si algo le llega a suceder a usted la manada quedaría a la deriva- sabía que era verdad, pero la sola idea lo repugnaba, tocar a otra mujer que no fuese ella era aberrante para el -la gente comenzara a dudar de que pueda protegerlos a futuro- el golpeó fuertemente una de las paredes de roca

-Bien!! Pues búsquense otro líder!!- gruño furibundo, ellos lo vieron aterrados, solo un alfa era el adecuado para liderarlos, y su hermano menor no pertenecía a dicha estirpe, él se marchó refunfuñando, pero sus súbditos no dejarían esto así

El llego agitado a su encuentro, ella lo vio preocupada, pero al poco tiempo logro que se relajara, como siempre exploraron el frio paisaje de aquel nevado país, el agradecía que en ese lugar nevara once de los doce meses del año, porque el mes en que no la vía se le hacía eterno. Luego de encontrar un nuevo lugar para ver el atardecer se despidieron como cada día, ella acaricio su cabeza y el acaricio su rostro con su fría nariz, ella agito su mano en despedida mientras él se perdía dentro de la barrera.