34- MIEDO Y DOLOR

Magsimula sa umpisa
                                    

—Puedes —estuve de acuerdo—, pero no ahora. Hoy tenemos que hablar sobre los días que no estaré.

Aquello al parecer llamó su atención.

—¿Cómo que no estarás?

—Pues eso, no estaré. El jueves me voy a ayudar a mi tía con unos banquetes. ¿Recuerdas que te conté?

—Eh... creo que sí. De algo me acuerdo. —El pliegue entre sus cejas se hizo más profundo y las manos en mi cintura se tensaron—. ¿Cuánto tiempo estarás fuera?

—Una semana cuando mucho.

—¡Una semana! Es mucho tiempo —se quejó. Yo me reí.

—Son siete días, no es tanto. Antes de que te des cuenta estaré de vuelta —lo tranquilicé. La cafetera hizo un sonido entonces avisando de que el café estaba listo y me despegué un poco de su cuerpo.

Fui y serví en las tazas que él había sacado antes, lo preparé como nos gustaba y Levi se acercó a mi lado para tomar su bebida.

—No quiero que te vayas —dijo en voz baja antes de dar el primer trago.

Yo lo miré con pesar y sacudí la cabeza.

La noche anterior, después de que él cayera dormido, me quedé pensando en nosotros. Íbamos demasiado rápido en nuestra relación y no estaba segura de que aquello fuera bueno. Yo todavía no terminaba de descubrirme a mí misma lejos de él, tenía miedo de que nos estuviéramos apresurando.

Este viaje con mi tía era algo que tenía que hacer. Se lo había prometido a ella y puede que unos días lejos de Levi me permitieran pensar con mayor claridad, aunque era cierto que lo extrañaría.

—Mi tía va a pasar por mí a las seis de la mañana más o menos, pero tenemos todo el día de hoy y mañana para aprovechar.

Él subió y bajó las cejas en un gesto pícaro que me hizo reír.

—Bien. En un rato más iré al gimnasio y después de eso podemos hacer lo que quieras, ¿sí?

Asentí con un movimiento de cabeza y nos dispusimos a desayunar. Menos de una hora después Levi se marchó a entrenar y yo aproveché el tiempo para escribir un poco. Los días pasados había tenido las manos demasiado llenas con él y el tiempo se había pasado rápido, por lo que no había podido encontrar un momento de tranquilidad para escribir, pero ahora que estaba sola y sin distracciones podría hacerlo. Fui a mi habitación con toda la intención de terminar un capítulo que había dejado a medias y entonces mi teléfono sonó. Era Vick.

—¿De casualidad tú sabes por qué Levi no ha contestado el teléfono del apartamento en todo el fin de semana? —fue lo primero que preguntó. Me recosté en el colchón sonriendo y suspiré.

—Digamos que lo he tenido muy ocupado por aquí —fue mi sencilla respuesta.

Vick y yo no habíamos hablado mucho tampoco durante los pasados días y me sentía algo culpable, puesto que ella siempre había sido fiel creyente de Levette. Así que, dejando de lado mis planes de escribir, hablé con ella durante varios minutos para ponerla al día acerca de todo. Para cuando terminamos la llamada era hora de comer, Levi ya había vuelto y yo había olvidado cómo planeaba seguir la escena.

Pedimos comida china a domicilio, fuimos a dar un paseo y después él quiso ir a ver una película al cine. Y aunque lo estaba pasando muy bien, no podía quitarme la sensación de que él estaba muy tenso.

—¿Estás bien? —pregunté cuando ya íbamos de vuelta a mi apartamento. Yo era quien manejaba ahora y él miraba por la ventana.

Al escuchar mi pregunta, parpadeó confundido y asintió sonriendo.

Siempre has sido tú ✔ (EN LIBRERÍAS)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon