Capítulo 30

69.9K 10.7K 1.4K
                                    


Nadie.

Nadie.

NADIE.

Preferiría beber algo más fuerte pero me conformo con un té. No quiero estar a solas en mi habitación, por lo que me quedo un largo rato en la cocina. Hay demasiado ruido dentro de mí. Quiero distraerme u olvidar... olvidarla a ella.

¿Nadie? Me rompiste el corazón, Andrea.

Cansado, reviso la información sobre la escuela de gastronomía que me hizo llegar la señora Pratt.  Me encanta todo.  Puedo vivir cerca e ir y venir a casa los fines de semana. 

Después de leer todo y hacer planes en mi mente, a la media noche, finalmente voy a mi habitación. Enciendo la lámpara de noche que está sobre una mesita a la par de mi cama, bajo un poco mi mirada para proseguir a sacarme los zapatos, pero en un parpadeo la veo... es ella. Andrea. Está sentada sobre la alfombra a un costado de mi cama. ¿Qué rayos? Está temblando, está mojada, su ropa está hecha pedazos y no tiene zapatos.

¿Qué diablos? ¿Estoy soñando?

Parpadeo muchas veces antes de aceptar que no estoy imaginando nada. Andrea está aquí. ¿Cómo entró si quiera? Ella se da cuenta de que la estoy observando y se encoge aún más, avergonzada.

No sé qué pensar. ¿Qué pasó? ¿Por qué no está con Sebastián?

Me coloco en cuclillas junto a ella tendiéndole la mano amiga que veo que necesita. Quiero golpear a quien le haya hecho esto. ¿Acaso fue Sebastián?

Andrea murmura un par de palabras pero no consigo entender nada.

—No pasa nada —digo, acariciando su barbilla y le pido que me mire. ¿Qué te pasa?

Ahora me siento culpable por haberme marchado de esa fiesta sin insistir en saber qué pasa. Su actitud no era normal. Debí comprender eso. Un momento, me fui porque ella me echó. El recuerdo estruja mi corazón pero ahora ella está aquí y necesitando de mí.

No me acerco demasiado para no hacerle daño. Estoy decidiendo qué hacer, porque siento que si la toco se romperá. Se ve tan frágil. Entre más cerca estoy de ella más llora y eso no me ayuda a decidir cómo comportarme. Sin embargo, poco a poco es ella la que se acerca a mí. Yo la abrazo con actitud protectora.

—No pasa nada —digo.

¿Quiénes le hicieron esto?

Llora desconsolada y eso me rompe, aún así sé que uno de los dos tiene que sostener al otro.


No insisto en preguntar qué pasó. No sé si quiero saberlo y ella no parece no querer decirme. Llora... llora... Llora sobre mi hombro durante horas. Está sucia, lastimada y huele a alcohol.

¿Me permitirá limpiarla? Libero su cuerpo de la ropa desecha. Ella no se resiste, una vez más me deja poner mis manos sobre ella como si aún me perteneciera. La cargo entre mis brazos y la llevo hasta mi bañera, ahí la acomodo sobre el hormigón blanco y abro la perilla del agua a manera que caiga tibia. Andrea tiene los ojos abiertos, pero no me mira. Está aquí, pero lejos. Le saco las medias, las bragas, el sujetador y unto mis manos con jabón y así recorro su cuerpo para limpiarlo de lo que sea que le hayan hecho. Ella cierra los ojos e intenta relajarse. Esto, justo ahora, no es diferente a cuando lavaba a papá. Trato de ser cuidadoso y no aprovecharme de su vulnerabilidad. 

Cuando termino, seco a Andrea con una manta y la coloco sobre mi cama, de espaldas a mí, pero con mis brazos rodeándola. Está dormida. Duerme el resto de la noche y prácticamente todo el día siguiente. Le preparo comida pero apenas la juguetea con el tenedor.

Te amo, pienso. Quiero que seas mi novia otra vez. Yo... quiero que vayamos juntos a la universidad y, diablos sí, algún día comprometernos, casarnos... pero, ¿tú qué quieres, Andrea?

Lo pienso un poco. Quizá lo mejor sería alejarla de este lugar, de estas personas que tanto la odian y empezar de nuevo, lejos, donde nadie sepa del vídeo y los grupos de Facebook. Parece fácil, rápido lo planeo todo en mi mente, pero tengo que aceptar que es una locura. Los dos somos menores de edad, ella tiene a sus padres y yo definitivamente no puedo abandonar solo porque sí a mamá ahora que nos perdonamos.

Diablos, Andrea, no sé cómo hacer esto fácil para ti.

Mamá salió con Néstor y Byron está ocupado con su trabajo, por lo que no es difícil esconder a Andrea aquí. Aún así, no tardo en recibir una llamada de su mamá, que se tranquiliza al saber que está conmigo. Le pido que nos deje pasar la tarde juntos y acepta una vez prometo llevar a Andrea a su casa antes de las seis. 

A pesar de que el reloj marca las tres de la tarde, y porque ella volvió a quedarse dormida, me recuesto a su lado y también cierro mis ojos. Sin embargo, cuando despierto, ella ya no está en mi cama y en ningún lugar de mi casa, tampoco tengo mensajes suyos en mi teléfono. 

—Oliver, ¿todo está bien? —me pregunta Byron, tocando mi puerta—. No has salido de tu habitación en todo el día.

Ni cómo explicarle que Andrea estaba conmigo. 

—No me siento bien —miento, aunque no del todo—. Necesito descansar.

Mi mente da vueltas pensando en Andrea. ¿Dónde está ahora?

—Oye, pero... —insiste Byron. Se escucha nervioso— ¿sí sabes lo que sucedió en casa de Andrea?

¿Qué? Rápidamente me pongo de pie y le abro la puerta a Byron. —¿De qué hablas?

Él me entrega el periódico de hoy.

Capturan a distribuidor de pornografía infantil.

¿Qué mierda es esto? El hombre en la fotografía es un tipo de veintiocho años que lleva por nombre Sein. Recuerdo que escuché el nombre Sein antes. Sebastián lo mencionó anoche.

—Ahí dice que atrajeron a su banda criminal a una fiesta —señala Byron—, que, si no estoy equivocado, fue en casa de Andrea.

Maldita sea mi vida. Leo todoEntre los capturados está el nombre de Sebastián.

—Era un plan para capturarlo —digo, más para mí que para Byron.

Y mis esperanzas y mi autoestima resurgen como ave fénix de las cenizas. Aunque, ¿por qué Andrea resultó lastimada? ¿Qué pasó anoche durante la fiesta?

Leyendo la noticia y viendo los noticieros me entero de que Sein era el cabecilla de una banda dedicada a distribuir pornografía y que dos de su victimas —aunque sus nombres se conservan en el anonimato— asumo que son Karla y Andrea. Ellas ayudaron en una operación policiaca que permitió su captura y la de cinco integrantes de su banda.

Intento llamar a Andrea para hablar esto con ella pero no contesta. Tampoco contesta Evelyn. Visito su casa y nada, lo que es extraño porque el carro de Evelyn está estacionado afuera. 



--------------------

¿Ansiosos/as?

Capítulo dedicado a melissajovel. Gracias por tu apoyo y cariño :) 

Instagram: TatianaMAlonzo

¡Gracias por votar! ♥

La mala reputación de Andrea Evich ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora