Saoirse, Capítulo 2

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Juntas corrieron hacia los establos. Podían escuchar a lo lejos los gritos de la gente reclamándolas. Un hombre alto de cuerpo fornido tomó a la pequeña y la subió a uno de los caballos, Urania la siguió. Breanne hizo el mismo procedimiento en el suyo y pronto los cuatro emprendieron un rumbo adentrándose en el bosque. Apenas se podía notar que, a lo lejos, la casa que alguna vez las acogió se hallaba en llamas. Habían tomado la mansión Smitt.

- No podemos detenernos – habló Gael al observar que los caballos de las damas se habían detenido – Al no encontrarlas, vendrán a buscarlas y las hallaran.

Urania observó al hombre, cubrió los ojos de su hermana en los que se reflejaba el fuego y cabalgó guiando a Breanne. Estaban juntas, eso era lo único que importaba.

Cuando la oscuridad se hizo más intensa, Gael ordenó a las niñas que pararan. Para su suerte, habían encontrado un lugar 'seguro' en el bosque para descansar. Luego de Gael, Breanne fue la primera en bajar. Sostuvo el cuerpo pequeño de Kaitlyn mientras Urania bajaba.

- Está ardiendo, Urania – dijo con preocupación la muchacha al tocar la frente de la menor.

Con cuidado, ambas hermanas retiraron a la pequeña del caballo. La recostaron sobre el regazo de Urania y acariciaron su mejilla. Kaitlyn permanecía con los ojos entrecerrados, observando como el fuego perteneciente a la fogata bailaba entre la oscuridad. Y la observó hasta que sus ojos encontraron el manto negro del sueño.

Al tiempo en el que el sol tocaba las colinas de Irlanda, el viaje había empezado nuevamente. Debían llegar lo antes posible a una aldea para comprar medicinas. La salud de Kaitlyn no había mejorado y Gael había empezado a toser fuertemente.

- En teoría, no estamos tan lejos de la aldea. – comentó Gael con una voz rasposa galopando al paso de las damas – llegaremos antes del anochecer si no nos detenemos.

- ¿Antes del anochecer? Eso es mucho tiempo, ella no aguantará. – dijo duramente Breanne – Debemos ir más rápido.

- Si vamos más rápido podemos empeorar la salud de la niña, señorita Breanne.

- Entonces, tal vez, solo uno de nosotros deba galopar hasta allá rápidamente para obtener los medicamentos y luego regresar – dijo Breanne observando al caballero con dureza.

- No podemos separarnos, señorita Breanne. Admiro su valentía, pero no es la mejor opción.

- Pero si no hacemos nada, Kaitlyn morirá – Breanne miró a Urania de forma acusadora.

- Y si seguimos lo que dice moriremos todos, señorita – dijo Gael intentando ser suave – Debemos seguir unidos, por el bien de todos; pero está en su decisión, señorita Urania, lo que crea que es mejor para sus hermanas y para usted se realizará.

Ambos observaron a la muchacha. Sus miradas, cada una pidiendo una oportunidad pero en caminos distintos provocaron un sentimiento desconocido en ella. Observó a su hermana dormida entre sus brazos. Aún respiraba, aún había esperanza.

- No podemos alejarnos, Breanne – alcanzó a decir Urania, provocando que esta suspirara con enojo.

- ¡Pe-pero Urania! – exclamó Breanne con enojo- ¡Debemos..!

Breanne ahogó sus palabras al instante. Sus ojos se abrieron con horror mientras un silencio por parte de los 3 se hacía latente. Había escuchado gritos provenientes de algún lugar. Gael hizo una seña con su mano. Bajó del caballo y jaló de la cuerda para que este lo siguiera. Las muchachas hicieron lo mismo, ayudándose para sostener a Kaitlyn. Gael permanecía alerta, intentando hacer el menos ruido posible. Se adentraron en un claro, cerca de un lago. Los pasos y los gritos de la gente se hacían más lejanos.

Saoirse ForittWhere stories live. Discover now