Un salvaje nuevo mundo

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Tras abandonar la sala por la puerta trasera, el grupo atravesó un colorido jardín. Caminos de grava serpentean entre una variedad de flores, en cuya intersección, una fuente de granito blanco estaba coronada por la estatua de un ángel. John había explicado a Jimmy que representaba a Raziel, el primer ángel caído, una figura que parecía observarlos con una mirada inquisidora.

Se dirigieron hacia la Enfermería, dentro del edificio que se correspondía al Área Médica. A lo largo de la pared izquierda, había una decena de camas se alineaban con sus mesillas y cortinas separadoras.

Dentro, los esperaban dos hombres. Aunque intentaban aparentar calma, era evidente su incomodidad. Conocían a Jimmy desde su llegada a Wayback y estaban familiarizados con sus ocasionales «cambios de humor», así que el hecho de atender a cuatro personas más con tendencias parecidas no les resultaba cómodo.

Mark captó la tensión en el ambiente tan pronto como cruzaron el umbral de la puerta. Con una sola mirada, comunicó su percepción a su mellizo, quien asintió en respuesta.

John presentó a los hermanos Owen a los doctores Malone y Mendoza. El doctor Malone, un caucásico pelirrojo de ojos saltones, los observaba con una mezcla de asombro y curiosidad científica. Su colega, el doctor Mendoza, de origen hispano y con brazos cubiertos por un vello tan oscuro como su cabello, mostraba una expresión más reservada.

—Necesitamos haceros un análisis de sangre —les explicó John.

—¿Para qué? —lo interrumpió Mark.

—No podréis hacerlo con una aguja hipodérmica —intervino Gary, que ya lo había intentado.

—Funcionará —le aseguró el doctor Malone y Gary frunció el ceño con escepticismo.

—No me dijiste nada de esto —le reprochó Jimmy a John. Estaba tan sorprendido como el resto de sus hermanos.

—Es necesario. Confía en mí —respondió el hombre.

—Dime por qué —insistió.

John hizo una pausa, midiendo sus palabras. Iba a ser más difícil de lo que imaginaba. Intercambió varias miradas con ambos doctores y accedió. No hacía esto solo por Jimmy; detrás había algo mucho más importante que ellos.

—Tenemos una teoría acerca de vosotros. Queremos estar cien por cien seguros de ella, pero, primero, necesitamos hacer algunas pruebas.

—¿De qué estás hablando?

—No quiero adelantarme sin tener pruebas concretas. Pero si nuestras teorías son correctas, podríais ser mucho más de lo que os imagináis.

Los Owen lo miraron con desconfianza, pero John parecía ser la persona para encontrar las respuestas que buscaban. Esperaron a que Jimmy, el impulsor del reencuentro, decidiera, pero Blair tomó la iniciativa.

—Está bien, seré la primera —dijo.

Sus hermanos comprendieron de inmediato el motivo por el que Blair se había ofrecido voluntaria.

—¿Dé qué material están hechas las agujas? —preguntó Gary mientras su hermana se acomodaba en la camilla, ofreciendo su brazo.

—Acero inoxidable —respondió el doctor Mendoza.

Gary torció el gesto y, en un movimiento rápido y preciso, se abalanzó sobre el médico, quitándole la jeringuilla y sujetándolo por el cuello con fuerza.

—¡Gaz! —exclamó Jimmy.

El doctor Malone retrocedió y levantó las manos en señal de no agresión, mientras los demás hermanos y John se quedaron paralizados, con todos sus músculos en tensión.

Los Guardianes (I): OcasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora