Capítulo 19. "Me marcharé"

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Su paciencia había llegado a su límite.

Era hora de descubrir qué diablos estaba pasando y no descansaría hasta saber toda la verdad. No lo soportaría un segundo más. Por desgracia, nada mejoraría. Todo iba de mal en peor en su relación. Jason estaba peor con el tiempo. Apenas intercambiaban algunas palabras y nunca se miraban a los ojos. Seguían durmiendo en la misma cama pero jamás se tocaban, sólo se daban la espalda a la hora de acostarse en la cama. No lo aguantaba más, demonios, era un maldito infierno. Y lloraba en silencio cuando él se marchaba, dejando salir toda esa tristeza que la consumía.

Hoy iba a ser el día que acabaría con toda esa mierda. Se acabarían los secretos entre ellos, no habría más mentiras, no habría más engaños. Y si descubría que Jason la estaba engañando con otra mujer... Lo dejaría y volvería a casa. Pero si no era algo tan grave, si se trataba de otra cosa que tenía una explicación lógica, entonces podría intentarlo una vez más. Le daría una última oportunidad. Claro está que él tendría que esforzarse muchísimo si realmente quería recuperarla a ella y a su relación. Era lo que más deseaba que sucediera porque lo amaba... Lo amaba con locura.

Aunque eso no significaba que lo perdonaría todo.

Luego de subirse al taxi, los nervios apenas la dejaban respirar con normalidad pero pudo darle la dirección al taxista. Beverly se había encargado de todo. Simplemente tuvo que introducir una especie de chip en el auto de Jason y su hermano menor lo localizó en segundos. Dijo que no fue nada difícil. ¿Y cómo no? Era un genio con las computadoras; un excelente hacker. Le agradeció muchísimo por la ayuda.

Y justo ahora estaba de camino a descubrir la verdad.

—Señorita, ¿está segura que es por aquí? —preguntó algo extrañado el taxista.

Dawn observó por la ventana el barrio donde se encontraban. Había un grupo de hombres fumando mariguana en una esquina y honestamente lucían aterradores. Era un barrio de mala muerte. De esos que evitas a toda costa porque sólo habitan crimínales y gente muy peligrosa.

«¿Qué hace Jason en este lugar?» fue lo primero que se preguntó.

—Sí... Aquí es —murmuró no tan segura.

El taxista siguió avanzando lentamente y cuando ella divisó un pequeño almacén (o eso era lo que parecía), le dijo que parara. Había llegado. Si mal no recordaba, era la descripción del lugar donde Jason se encontraba. O bueno, eso fue lo que le dijo el hermano de Beverly.

Con los nervios recorriéndole todo el cuerpo, se bajó del auto y extendió un fajo de billetes al taxista,

—Quédese con el cambio.

—Tenga mucho cuidado, señorita —le aconsejó—. Si está en peligro llame a emergencias.

—Lo tendré, muchas gracias —medio sonrió.

Dio media vuelta y tomó una gran bocanada de aire antes de empezar a dirigirse al lugar. Algunas personas se encontraban afuera haciendo cosas un tanto desagradables y en la entrada se encontraba un tipo tatuado y muy musculoso que se veía aterrador, pero no se detuvo. Siguió caminando hasta que estuvo a centímetros de aquel hombre.

El individuo la miró de arriba abajo con indiferencia y se cruzó de brazos, mirándola fijamente a los ojos.

—¿Qué quieres?

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