Habiéndose puesto el sol de una de aquellas tardes de paseos con descubrimientos, volví a mi pino y allí me posé sobre la primera rama -que no es la mía-. Me encontré con el abuelo de un amigo, un viejo ruiseñor. Aproveché para sacarme las dudas: dónde quedaría la reserva natural en este partido, si es que la había... Me contó sobre unas excelentes lombrices que estaban a la vera de un caudaloso río, y que sus ancestros solían recolectarlas: "aguas claras rodeadas de eucaliptos altos y de aroma penetrante, y una tierra que acoge lombrices buenas" me dijo, y mi imaginación subió por sobre la capacidad de mis alas. Le pregunté entonces por la localización de ese río. Su primera respuesta fue una sonrisa que me pareció irónica, luego añadió: "Tienes el río a sólo cinco kilómetros de aquí", y me indicó cómo llegar. En mi casa, antes de conciliar el sueño me puse a imaginar el río que recorrería al día siguiente, pero no era lo único en lo que pensaba. En realidad, mi pensamiento condensaba dos situaciones: el caminar por la orilla del río que aún no conocía, y el conversar con el único ser humano que me había hablado alguna vez: el de la casita color durazno que quedaba frente a la fachada gris pintada con aerosol, y que lindaba con otras casas de las desprolijas y descuidadas. Sentí deleite al imaginarlo costeando el río con parsimonia, mientras yo encontraba algún que otro sauce entre los eucaliptos y bajaba de vez en cuando a recolectar mi alimento: bajaría cerca de sus pasos, haría que me viera primero y que me observara un buen rato antes de que conversáramos. Trataría de que notara mi cercanía siguiendo su camino.
Mi Ser Humano Especial. Único Él. Lo imaginé descansando junto a las rocas de un recodo con suelo de arena, y me dormí: él seguía allí, ahora en mi sueño, y me hablaba.
-Vivo en este valle desde que nací –me decía-, ¡adoro esta naturaleza!, de vez en cuando subo a la montaña que está al este sólo para ir a la par del río que baja desde la cima, al llegar abajo adoro descansar en este lugar, porque tiene arena clara y una vista que vale oro. A veces vengo con mi familia o con mis amigos, otras veces vengo en soledad a caminar y a meditar. También es común cruzarme con mis vecinos y charlar un rato. Hay muchos bellos paisajes en el mundo, me gusta conocerlos a todos; de hecho, de a poco voy lográndolo, me refiero a viajar, pero al regresar a casa sé que me espera el mío, mi paisaje, el paisaje de casa, mi lugar en el mundo.
...
Mi Persona Especial me hablaba y sus palabras eran mi transporte hacia las circunstancias que describía; de modo que yo veía los paisajes, la naturaleza, la gente y las situaciones de su sueño. Estaba allí, con ella... o quizás era ella la que estaba allí, conmigo. Logré hacer un paréntesis y me dije: ¡Error! Es mi sueño y por lo tanto es ella la que está conmigo sin saberlo siquiera... Entonces volteé la vista para otro lado y la dejé hablando sola esperando que desapareciera. Volví a mirar unos segundos después y me sentí molesto: su voz sonaba ante mis oídos con la misma claridad de antes. No lograba acallarla por más que me repetía: éste es mi sueño y yo lo domino, ¡éste es mi sueño y yo lo domino!; y cerraba los ojos tratando de concentrarme: ¡ÉSTE ES MI SUEÑO Y YO LO DOMINO!
-Me disculpas, pajarito, si es tu sueño y lo dominas, ¿me dejarías soñar en paz el mío? Estás a los gritos mientras que yo sueño que te cuento algo... si es que te molesta mi sueño... sólo te despiertas y listo.
Yo no supe qué decirle. Me sonrojé y volé hasta el árbol próximo, donde me escondí tras la copa. Desde allí, salté a una rama superficial y con el pico moví las hojas para poder espiar a mi Ser Humano Especial: lo vi caminar hacia el sendero con una pequeña ave a su alrededor, la cual revoloteaba cerca de su oreja con cierta pasión que consideré exagerada: ahora sé que setrataba de entusiasmo y que el entusiasmo es bueno para vivir. Agucé la vista: ¿era yo aquel compañero del humano? Imposible, me dije: yo estoy acá, él está allá... Ya su voz se extinguía como la senda que doblaba tras la montaña, ¡y fin de la historia!, sólo quedaba despertar. ¡Pero alto!: una nube tapó el sol por completo. Otra de las nubes maestras, esta vez dentro de mi sueño, y decía así: "Si el poder te quita la capacidad de oír, eres su esclavo. Un esclavo de su propio poder no es un ser poderoso, dueño de sí"... A decir verdad, aunque ahora entiendo esa frase, en aquel momento no lograba comprenderla del todo; pero sí me di cuenta de que podía despertarme en ese mismo momento, y luego volver a dormirme para soñar con otra cosa, o no soñar nada; pero el sueño continuaría para mi persona querida, y estaba claro que en el mismo era yo quien la escuchaba. Tenía dos opciones: podía conectarme con ella o podía dejarla soñando sola. No había ninguna obligación, haría lo que quisiese. Si no iba, simplemente me perdería lo que ella tuviese para contarme...
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El vuelo de Serendí
SpiritualTexto de contratapa: Lo que hace peculiar a este relato es el abordaje fantástico a la vez que realista, y de románticas metáforas a la vez que de espirituales verdades. Se adentrará usted en el trayecto de un ave que adquiere la virtud del pensamie...