Capítulo 31 (3/3)

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<< - Por mas ser celestial que era, no sabía hablar ningún idioma mundano. Comprendía cada palabra que le decía, pero algo en él le impedía comunicarse. Con el tiempo, le enseñe algunas palabras en ingles. Las principales, como comida aunque el no lo necesitara. Pero al pasar los meses, la uso. Aprendió mas términos, y a los pocos días ya podías tener una conversación comprensible con él. A medida que su búsqueda se hacía mas densa, se cansó mas, tanto que necesitaba empezar a dormir. Era como si al pasar tanto tiempo entre mundanos la humanidad estuviera tomando lugar dentro de William. Empezó a sentir, y sin entender totalmente el sentimiento, se enamoró de mi. Sabíamos que estaba mal, que su verdadero y único amor debía ser Dios, pero no podíamos evitarlo. Entonces las tímidas caricias se  tornaron en algo mas apasionado. - Una lagrima rebelde cayó por su mejilla. - Un día, los otros iniciados me atacaron desprevenida, casi me matan. Debía haber muerto, pero William no me dejo hacerlo. Y en un acto de pura devoción y desesperación, me hizo bebes de sus sangre. Sin importarle las consecuencias, o el hecho de que eso me hiciera igual de inmortal que él. Me volví mas fuerte, rápida e incluso impotente. Busqué la mejor manera de vengarme de mis compañeros, y fue el ganar la iniciación. Me había convertido en la sucesora de Laxon. Eso los enfureció. Pero ese día donde casi muero, Will no reparó en que a lo lejos Ocean y Snow nos observaban. El Cielo, se dió cuenta de que William poco a poco estaba cambiando. Por lo que enviaron a otro ángel para que lo ayudara. Apenas llego, fue atacado por las dos lobas. Quienes bebieron de su sangre hasta matarlo. - Cuadró la mandíbula. - Y fue allí cuando la maldición cayo sobre ellas. Cuando William venció a el responsable de los asesinatos y El Cielo demando que volviera, el se negó. Entonces, como era de esperarse ellos supieron que yo también había probado sangre de ángel. Pues la maldición fue hacia nosotros también. Dos meses luego, William enfermó. Era como si la edad que tenía le hubieran caído encima. Murió en menos de una semana. Fue como si ellos hubieran tomado lo que les pertenecía.

Un sollozo escapó de sus labios. Intentó reprimirlo, pero le fue imposible. Ahora comprendía el dolor de su perdida, el horror de los hechos y el por que de que se tomara tanto tiempo en contármelo. Yo era William, no entendía como ni porque pero lo era. Soy la representación del amor que perdió y el causante de una eternidad solitaria para ella.

Como si pudiera compensar aquello, la abracé fuertemente. Su dolor se convirtió en el mio también. El recuerdo de la vieja Betty dijo sobre el amor y un peligro inminente vino a mi cabeza. Debía contárselo  a Phoe, pero mi parte egoísta deseaba sacarle una sonrisa.

- Oye, tengo un regalo para ti. - Murmure alejándome de ella y metiendo mi mano en mi bolsillo.

El maquillaje de Phoenix se encontraba corrido, pero ella lo limpio mientras me miraba.

- Yo no te he traído nada, lo siento. - Se avergonzó.

Tome la caja y la puse entre sus manos.

- Claro que me has dado algo. - Sonreí. - Tu eres el mejor regalo de navidad que podría tener, Phoe.

Sus mejillas se sonrojaron. 

- Eres meloso cuando quieres, Harris. Parece una nueva faceta tuya según me dijeron Heather y Dana. - Elevó una ceja divertido. 

- Solo abre el regalo, mujer. - Rode los ojos.

Soltó una pequeña risa y se dedico a quitar el envoltorio. La diminuta caja blanca quedo a la vista, y con un ánimo curioso Phoenix la abrió.

Dentro de ella, había una cadena de plata el cual estaba decorado con un dije. Este era un verdadero diamante. Su color era blanco puro, pero al dar la luz en él en ese aparecía un brillo azulado.

- ¡Dylan! ¡Es condenadamente precioso! - Exclamó anonadada. Pero repentinamente pareció angustiada. - Esto parece valer mucho, no puedo aceptarlo. 

Comenzó a guardarlo con delicadeza en la caja, pero la detuve con una sonrisa.

- Su valor es mas sentimental que monetario, Phoenix. - Explique sutilmente. - Es una reliquia familiar la cual le pertenecía a mi abuela materna. Me lo dejó antes de morir. - Tome el collar de sus manos. - Me dijo, que el blanco en el significaba paz, humildad y amor. Dicen que el azul simboliza  confianza, fidelidad, amistad y simpatía. Pero ella, también lo veía como algo divino. Ya que es el color del cielo y del extenso mar. Algo infinito, que nunca termina. - La emoción me tomo al recordar sus palabras. - Veía en mi todas esas cosas, nunca entendía su significado hasta ahora. Ella distinguía en mi lo que nadie nunca vio. Por esas razones me lo dio. Y hoy, yo te lo quiero regalar a ti. - La observe atentamente. - Porque para mi, eres todo eso Phenix. Amable, algo que no parece pertenecer a la tierra, eres fiel a lo que piensas, proteges a aquellos quienes amas, agradas a cualquiera que te vea. Y eres eterna, hay mucho que conocer sobre ti ya que has tenido años para ser quien eres. Has dicho que las Guardianas protegen a su manada. Pero la diferencia aquí es que también eres un Alpha. Por lo que no hace falta darse cuenta que amas a tus lobos y que quieres lo mejor para ellos. Como lo has hecho con Jude. Así que por las razones mas puras, esto te pertenece. - Declaré con seguridad. - Eres infinita, Phoenix. Y mereces este regalo mas que yo.

Dicho eso, me coloqué detrás de ella. Al parecer percibió lo que quería hacerlo, por lo que agarró su cabello, dejando su cuello al descubierto. Puse el collar a su alrededor, y al abrocharle mis dedos tocaron su cálida piel.

- Baila conmigo. - Solté suavemente.

Ella se giró para fijar sus ojos en los míos. Esos brillaban con  intensidad. Realmente estaba iluminados. 

Asintió levemente y paso sus brazos por mi cuello acercándome a ella. Pose mis manos alrededor de su cintura, sintiendo nuevamente la piel desnuda de su espalda. A lo lejos, se escuchaba con gran intensidad la música proveniente del salón. Por lo que comenzamos a movernos siguiendo su ritmo. 

- Vaya que si sabes como conquistar a una chica, Harris. - Bromeo ella rompiendo el silencio.

- ¿Estas diciendo que me perteneces? - Sonreí coquetamente.

- Eres posesivo. - Rió apoyando su mano en mi pecho, justo sobre el corazón. - Que bueno. Porque te pertenezco de la misma manera en que tu eres completamente mio.

- Desde el primer momento. - Le aseguré.

- Desde el primer momento. - Confirmo ella.

Tome su rostro entre mis manos. Dejando de lado toda la fiesta, y en el olvido al viejo Dylan Harris. Acerque mis labios a los suyos y en el justo momento donde estos se rozaban, algo frió cayó sobre mi nariz. Pheonix y yo miramos hacía el cielo. Copos de nieve comenzaron a caer uno tras otro rodeándonos.

- Parece que ha finalmente la blanca navidad llegara a Westerwood. - Anuncie.

- Callate y besame de una vez. - Dijo en un arrebato Phoenix.

La mire divertido.

- Sus deseos son mis ordenes.



***

FIN DEL MARATÓN NAVIDEÑO! Espero que les haya gustado.

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Que pasen una buena semana.

Besos psicoticos;

- Vic

The Wolves (WESTERWOOD #1)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora