Capítulo 30

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Mia salió corriendo sin dejarme caer encuentra de lo que habían sucedido. Los siguientes dos días me los pase en casa ignorando mi celular. Era consciente que este explotaba de mensajes y llamadas por parte de Houston, Mia e incluso Pheonix. Sin tener en cuenta algún que otro mensaje de chicas que querían salir conmigo. Pero realmente no me encontraba de ánimo para nada.

Aproveché el fin de semana y se lo dediqué completamente a mi madre. Hace ya tiempo no teníamos un día entero juntos y sabia que ella lo extrañaba. Es difícil para una madre perder un hijo y luego ver como otro de ellos crece, dejando de ser ese niño dependiente de ella. Pero también desde mi parte, crecer es duro. Tuve que adaptarme a las palabras y acciones de mi padre por ser un "hombre", cosas que no se las deseaba a nadie.

Pero él no se paso por casa en todo el fin de semana, así que le sacaría fruto a eso. He ayudado a mi madre con el jardín,  vimos películas juntos y he colaborado mientras ella cocinaba. No la veía sonreír de esa manera sincera hace años, lo cual lograba reconfortarme de mi estado.

La noche del sábado, mientras estábamos en el living, mi madre simplemente se dedico a mirarme fijamente para luego decir que le contara mi problema. Y por alguna razón sin entender, lo hice. Claramente omitiendo toda la nueva parte mística de mi vida. Ella se puso muy feliz al ver como la relación con Phoenix había tomado cierto camino amoroso, pero al contarle lo de Mia se entristeció por ella. Me dio un concejo típico de mujer y madre: que les contara a Phoenix y Houston lo sucedido, ya que ambos merecían saberlo. Y que debía aclararle a Mia las cosas, que la quería pero como a una hermana.

Lo tome e intenté darme a mi mismo los suficientes ánimos para hacerlo.

Es lunes por la tarde y me dirijo a casa de Phoenix. Esta mañana he pasado por el hogar de Houston y hemos hablado del tema. Tuve ganas de darme un fuerte golpe al ver su decepción, estaba realmente triste y contuvo todas las lágrimas hasta que me fui. Entendí que por ese momento había perdido las esperanzas de conseguir a una buena chica, y creo que no conozco a persona en el mundo que merezca a un chico como Houston. Él no me culpo de nada, ni se enojo conmigo. Tampoco con Mia. Solo no comprendía como se nos habían pasado todos los signos por alto. Pero como andan diciendo por ahí, los chicos somos estúpidos.

Baje del auto nervioso y camine hacia la puerta para luego tocar el timbre. Tenía miedo de que todo se haya perdido por una idiotez que no me mande. Le había avisado a Phoenix que vendría a verla, pero sabía que ella tenía como otro sentido para prever que las cosas venían mal. Las manos me temblaban, no podía dejar de mover mi pierna y mi corazón iba a mil por hora.

Comprendí que era porque podía llegar a perder a la chica con la que en verdad quería estar.

La puerta se abrió y apareció Phoenix frente a mi. Tenía puestas unas calzas negras y un gran buzo negro. Aun así estaba preciosa. Su cabello se encontraba recogido, dejando su cara descubierta.

Me saludo con una sonrisa tensa, pero lo único que pude hacer era asentir la cabeza y pasar adentro. Si hablaba, podría realmente caerme en pedazos.

La seguí mientras nos encaminábamos hacia el patio trasero. Yo tenía mis manos ocultas detras de mi espalda, ya que le había traído un presente. No sabía como era esto de pedir disculpas pero mi madre dijo que le gustaría.

Salimos sin habernos cruzado a nadie. Creo que Ophelia y Geo no se encontraban en casa.

Nos sentamos en el mismo banco que la otra vez. Ella llevo sus rodillas a su barbilla y abrazo sus piernas protegiéndose del torrencial frío. Sus orejas se sonrojaron al igual que su nariz. Enternecido por la imagen, puse mis manos frente a mi mostrando mi regalo. Phoenix sonrió tontamente.

The Wolves (WESTERWOOD #1)Where stories live. Discover now