Capítulo 2: Tu mirada

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En su primera mañana en Venecia Will había madrugado, necesitaba el sol del alba para tomar las fotografías en la que había pensado al llegar, se vistió su chaqueta y sus pantalones vaqueros, tomó su cámara digital y salió. Midió la luz especialmente en el jardín de los naranjos, tenues rayos de sol iluminaron las ramas y los amarillos frutos, las texturas y el suave aroma de las naranjas eran una experiencia de tranquilizadora añoranza, era como una suave melodía italiana de acordeón y guitarra, el sonido del obturador era apenas audible para él cuando enfocó los rústicos arcos de la casona, las paredes con enredaderas, las desgastadas paredes pintadas del pasillo principal, la vieja fuente de piedra y todo su alrededor, Will estaba tan ensimismado en observar por la mirilla de su cámara que no se percató de la llegada de Hannibal.

El doctor lo observó con divertida curiosidad, el joven era como un gato, ágil y flexible, se acomodaba en posiciones casi imposibles para lograr encuadrar a la perfección una imagen, aún si el ángulo requería que se arrojara al suelo pecho tierra, en una de esas posturas, el futuro psiquiatra no pudo evitar fijarse en su torneado trasero, Will estaba de pecho sobre el suelo intentando capturar la imagen de un ave bebiendo agua de la fuente, con la cámara pegada al rostro y la espalda arqueada, flexionando sus rodillas y levantando su trasero de tal manera que podía pasar casi por sugerente. Sus ojos avellana devoraron sin ser del todo consiente su figura, la chaqueta se había deslizado un poco por la espalda y mostraba una porción de la piel blanca, tersa, inmaculada y tentadora. Hannibal tragó saliva ante una achispa de deseo que le incendió la imaginación, deseando pasar sus manos por esa porción de piel, aferrar sus manos es las angulosas caderas y depositar un beso en la unión de su columna y la cadera, justo donde se marcaban dos sexis hoyuelos. Tosió cuando el pensamiento le pareció incomodo sobre todo cuando la persona en la que pensaba no tenía ni la menor idea de que estaba siendo observado.

Will se desconcentró cuando escuchó que alguien tosía detrás de él, se levantó del piso de inmediato y se giró para encontrarse a un muy divertido Hannibal.

—Buon giorno Will.

—Buon giorno.

—Continua por favor, no era mi intención distraerte.

—No, está bien ya terminé aquí por hoy.

—Perfecto, entonces vamos a desayunar, Malena ya tiene listo el desayuno.

—Claro.

—Ven es por aquí.

Hannibal lo llevó hacia otra sección de la construcción hacia un pintoresco comedor de madera, era muy similar al decorado de las habitaciones, la mesa estaba bastamente servida, carnes frías, quesos, fruta, mermelada y café. Se sentaron frente a frente. Malena, la mujer que los había recibido un día antes, entró al comedor con una cesta de pan recién hecho que inundó la habitación con su cálido aroma, ella colocó la cesta en la mesa y les dio los buenos días, ambos respondieron y comenzaron a desayunar.

—¿Cómo fue tu primera noche en Venecia Will? ¿lograste dormir bien?

—Increíble, dormí muy cómodamente gracias.

—Me alegra, fui a buscarte a tu habitación antes de encontrarte en el jardín, pensé que habías caído al canal por el balcón— dijo el hombre mayor y Will rio con entusiasmo.

—No, necesitaba la luz de la mañana para tomar algunas fotografías. Me sorprende que usted—se detuvo para rectificar— tú no estuvieras haciendo el desayuno.

A Través de tus ojosWhere stories live. Discover now