Epístola De Olvido Desconocida

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Ya habías hecho el daño a mi alma
cuando seria y triste te ponías,
cuando tus pensares me ocultabas,
cuando solo, en tu presencia, me sentía.
Yo te amaba como un tonto,
pero tú eso lo sabías.
Mil palabras dije para detenerte,
pero vuestro adiós fue pronto
y morí sin muerte.
Mas, rogué, sincero, para ti, un gran trono.

Mi dolor describo como suerte,
buena y pura, si medito mis pecados.
Cuanto daño le hice a mis quereres,
por tu amor les hice para un lado.
No os reprocho nada,
ya lo hará el destino.
Yo le pido a Dios por tu camino,
No resiento la estocada.

El querer que quieres
te dará un amor maldito;
él, sagaz y astuto,
-ya lo dice el dicho:
"Con la vara que mediste..."-
te dará un disgusto.

Solo espero amor
que por donde os lleve vuestra peripecia
sea sin retorno.
Nunca pienses conquistable mi razón,
do después de engaño hay experiencia
y no leve enojo.

Te agradezco la enseñanza,
profesora de la vida resultaste.
Tu pizarra roja usabas
para el negro de mi sangre.

Si por suerte, un día, lees este escrito
-Dios no quiera-
y la lágrima
calla el grito,
ve y recuerda:
que por más fatal que esté mi tétrica ánima,
solo en mis recuerdos yo te necesito.

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