T r e i n t a y c i n c o

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– Irrumpir en casas ajenas es un delito, ¿lo sabes? – dijo cruzado de brazos, sentado a un lado de ella en el sillón.

– No si la dueña de la casa me ama y me deja entrar – dijo con gracia, aunque él no pareció divertirse ni un poco.

– Mi mamá no esta.

Lola bufo, no podría trabajar así. Estuvo media hora explicándole el mismo tema a Harold, sin que este le prestara mucha atención.

– ¡Harold, no podemos trabajar así!

– Opino lo mismos. Quizás deberias irte – insinuó levantándose de su asiento.

– No, no. Debemos adoptar otra dinámica...

– ¿Adoptar qué? No quiero niños.

Lola no pudo creer que bromeara con ella. Ella río por lo bajo, temerosa de que el chico se arrepintiera de haber bromeado.

Nombre Indefinido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora