Epilogo

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Recargo mi espalda sobre el mullido sofá y trató de estirar las piernas sobre la mesa de centro.

-eres pesada pequeña- remilgo en voz baja como una madre hablando con ternura con su bebé.

-aún no nace y ya estás regañando a mi princesa señora Grey- lo ignoró sus palabras con un quejido. Esto es entre mi hija y yo.

-aún no nace y ya la conciente señor Grey- preparé todos mis armas a tomar. De su boca salió una risilla que causa en mi un cierto cosquilleo en el vientre y sin permiso tomó lugar a mi lado.

Su cierta forma de ser imprudente en ocasiones me saca una sonrisa y en otras una patada. En todo caso es mejor contenerme esta vez y me da un beso en la comisura de los labios.

Ha pasado un año desde que todo acabo, su nombre nunca fue mencionado. Creo que el odio podría ganarme si vuelvo a decir su nombre y no quiero sofocarme con el pasado, no quiero lamentarme de nuevo por haberlo conocido y cada error se paga, y cada experiencia que vivo, lo hago al maximo. Ahora Dios nos ha regalado un segundo milagro del porqué luchar, nuestra hija y estoy a una semana de dar a luz, puedo sentir una grata emoción y terror recorrer mi cuerpo. Es normal estar asustada, pero esta vez Christian estará a mi lado para recibir juntos a la pequeña.

-¿Teddy?

-está en la escuela. Meg irá por el a las una.-responde resoplando.

-¿Qué te pasa Grey?

-asustado. No estuve allí cuando nació Theodore y no se lo que nos deparé con mi pequeña. Estoy seguro que saldrá igual que tú-sus sinceras palabras me provocan el deseo de besarlo.

-no eres el único. Confío en que lo harás bien.

Sonríe.

-¿Quien estuvo contigo cuando nació Ted?

-estuve sola en los primeros instantes pero Grace entró y me dio el apoyo que necesitaba. Fue duro, cuando nació llore mucho porque deseaba con mi corazón que estuvieras allí y que él te viera con aquellos preciosos ojos grises, los mismos ojos que una vez me enloquecieron y lo siguen haciendo.

Sus labios hacen un sonido cadencioso, mientras sus manos cubrían mi rostro y tanteaba en ciertos lugares, suspiro y unió mis labios con los suyos mientras su barba incipiente me raspaba las mejillas y aquello era una molestia que adoraba de él. Sus pobladas pestañas se abanican contra las mías y no puedo evitar en envolverme en su fragancia y dejarme llevar hasta el libido desnudandome en cuerpo y alma.

-te amo-susurra y no me atrevo a apostar lo contrario.

Al abrir los ojos eleva la comisura de sus labios y una expresión serena recorre sus facciones.

-nunca te alejes-senti una opresion al decirlo, sin embargo, es un temor del que no puedo escapar a pesar del tiempo y de las experiencias por las que hemos pasado.

-yo estare para ti, incluso cuando tu no me quieras cerca-acaricia mi pómulo.

-¿debería fiarme?- le guiño el ojo como toda una santurrona.

-¿Te cuento una historia?-evade mi burlesca pregunta y hace otra, a lo que yo contesto con un asentamiento.

-dale

-Érase una vez tú y yo.-no prosigue.

-¿Eso es todo?- denoto confundida.

-si

-¿y no hay final?

-no, y esa es mi parte favorita. Nunca alguien me había importado tanto como tú Anastasia. No cambiaría nada de lo que vivimos, incluso me diste dos hermosos hijos y te juro que jamas pedi esto, jamas me imagine lo que una mujer como tu llego a ser en mi vida, en mi corazón. Gracias a ti puedo amar, ser el mejor padre que puedo ser, el mejor esposo y jamás olvidaré el gesto y las duras palabras que escuche de tu boca.-las lágrimas me atacan de imprevisto y respiró una bocanada para amedrentar mis lloriqueos.

Prisionero entre las Sombras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora