70-Carta final.

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Annabeth hizo lo que Percy le dijo y se quedó luego de clases.

Simplemente no podía creer que en otro tiempo odiaba a ese chico. Comenzó como una enemistad recelosa por su parte y muy confiada por la suya. Luego, una amistad con confianza. Después, fueron más que abiertos el uno con el otro. Por cada beso que se daban, algo fue creciendo dentro de ella hasta que finalmente admitió que estaba enamorada de él.

Cuando le dijo que sería una buena novia, todos sus órganos se estremecieron. Fue un gran día. Pero no se comparó con las últimas cartas que le dio, donde describían las mejores cosas de ella. Guardó todas la notas (a excepción de la que rompió) en un lugar tan secreto como privado; pero ésas merecían una habitación completa.

Al llegar a su casillero, encontró una nota pegada a él. No sabía lo que significaba, mucho menos la forma que tenía que era un corazón. Era azul, lo que le hizo sonreír porque Percy no tenía remedio. Cuando la abrió, quedó extrañada y a la vez paralizada por lo que leía. Era la nota más corta ya a la vez más larga que le había dado. Decía "Date la vuelta".

Cuando lo hizo, se encontró con esos ojos verdes. Era como ver el mundo del océano sin ir a la playa, porque Percy Jackson era su mundo.

Le dio una cálida sonrisa y puso su dedo sobre su boca diciéndole que no dijera nada ni hiciera ruido. Ella lo hizo.

Acto seguido, Percy le muestra un papel que tenía una margarita dibujada. Bajo ésta, decía "Hola, Listilla". Luego se lo entregó, dejando ver otro más con la pregunta de "¿Quieres ser mi novia, Annie?"

La sonrisa que Annabeth tenía era la más grande de su vida, pero no era capaz de decir nada.

-¿Y bien, Chica lista? -le preguntó.

Ella conectó sus ojos grises con los verdes. -Pero por supuesto que sí, Sesos de alga. -luego saltó y quedó colgando de él para darle el mayor beso que nunca se dieron. Percy la abrazó por la cintura y ella se aferró de su cuello. Fue tan repentino sus salto, que por poco y se caen. Ella todavía tenía las tres últimas cartas en las manos, para nunca más dejarlas ir.

Lamentablemente todo fue interrumpido por una ola de aplausos que provenían del otro pasillo. Sus amigos salieron de su escondite felices de ver que al fin no estaban escondiendo nada.

Cartas para Chase (°1)Where stories live. Discover now